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Gastronomía

Menú bizarro: ¿te animarías a comer estos platillos exóticos y medicinales ?

En algunos rincones de la capital se comen platos realmente extraños. Desde mazamorras de potentes olores, potajes con algas marinas y hasta estrambóticos insectos que desafían los paladares más audaces. ¿Qué dices, te atreves?

Ana Mayún no es doctora ni tampoco estudió medicina pero desde que empezó a preparar la prodigiosa mazamorra de tocosh ninguno de sus ‘pacientes’ (o, mejor dicho, comensales) ha dejado de frecuentar con cierta regularidad su puesto de comida en el mercadito Señor de Muruhuay, en el populoso barrio de San Juan de Miraflores, con la intención de sanarse de algo.

Tocosh. Foto: Difusión

“Aquí se cura sin pastillas todo es natural, joven”, dice Ana que esta mañana junto a su hija despachan incansablemente platos y platos de la exótica mazamorra de tocosh, ese manjar andino que dicen cura la anemia, la gastritis crónica, úlceras y demás afecciones estomacales.

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La mazamora de tocosh es preparada especialmente en Áncash y Huánuco y su ingrediente principal es la papa blanca remojada en agua durante meses, que produce la fermentación del tubérculo y el mejor aprovechamiento de sus nutrientes. “Esto le hace bien a las mujeres después del parto y cura el resfrío y neumonía”, agrega.

Sin embargo, más allá de sus poderes curativos lo que realmente llama la atención del tocosh es ese fuerte olor a podrido que desprende al cocinarlo, que bien podría motivar el uso de una buena máscara antigás. Ana confiesa que cuando recién empezó a vender mazamorra de tocosh casi termina enemistada con su familia. «Mi esposo y mis hijos salían corriendo de la casa porque no soportaban el olor, era como abrir el desagüe pero ya se acostumbraron», afirma.

Banquete que fortifica

Ana también ha logrado rescatar del Perú profundo un poderoso platillo llamado combinado, hecho a base de berro, chuño, algas marinas, canchita serrana y trigo, recomendado para combatir la anemia y otros males.

A excepción de los pobladores de Huancavelica y Apurímac son pocos los que conocen esta mezcla andina tan bien como su caserita María Bustinza, quien recuerda a través de las manos de Ana su infancia en su Abancaycito querido. “Yo me como todos los días dos platos en el desayuno y resisto hasta la tarde y estoy sana. Es bueno, sirve para la anemia, el colesterol, los huesos, para todo”, dice saboreando la última cucharada.

Por eso, con la autoridad de un paladar bien entrenado, nos recomienda probar el chairito, un consomé puneño compuesto de carnes con quinua, maíz, habas, zanahorias, zapallo y chuño. Pero pone énfasis en la sopa verde hecha a base de distintas hierbas frescas como ruda y paico más papa blanca, huevo duro y queso en trozos. Este suculento caldo originario de la sierra central solo es preparado los viernes por Ana Mayen y no se vende de noche, solo en las mañanas, debido a su poder vigorizante. Es conocido entre los transnochados. “Te levanta en una”, dicen muchos comensales que ya cucharean esta poción revitalizadora.

Gusanos y hormigas en el paladar

Y de la sierra nos pasamos a la cálida selva, donde Selma Peñaherrera, chef del restaurante Bijao, en Lince, nos recuerda que en el Perú, como en otras latitudes, los gusanos y hormigas también forman parte de nuestra variada carta gastronómica.

¿Se imagina comer gusanos? De un recipiente Selma saca un puñado de suris (gusanos) vivos y los echa sobre una parrilla para freírlos y convertirlos en anticuchos. Este platillo, que tiene un sabor parecido al chicharrón de pollo, se suele acompañar con un poco de chifles y sarsa de ají charapita y cocona. Aquí en Lima, lógicamente, hay quienes aún se resisten a probarlo.

“Los comensales siempre vienen a apostar a ver quién come el suri y se vacilan. A algunos les da un poco de asco pero la mayoría dice que sí le gusta”, cuenta Selma, quien conoce los suris desde pequeña. Dice que los anticuchos de suri son sazonados con una salsa especial, compuesta por vinagre, comino y pimienta. También pueden comerse a la plancha o la parrilla. La diferencia radica en el tiempo de cocción y los ingredientes que se utilizan.

“¿Si ya probaste gusanos por qué no seguir?”, dice Selma con una sonrisa y nos muestra el siqui sapa, una gran hormiga de cola gigante que pueden freírse o saltearse y que tiene un sabor a cancha salada. “Antes de comerlas hay que quitarles las patas y las alas, lo que se come es la cabeza y la cola.  También pueden macerarla en cañazo con miel y saben bien rico”, añade con picardía.

En rumbo: 

La mazamorra de tocosh, la sopa chairo y verde y otras delicias andinas que puedan evocar los bucólicos andes pueden encontrarse en el mercado Señor de Muruhuay de San Juan de Miraflores, a la altura de la estación Atocongo. Preguntar por Ana Mayún  Su puesto es archiconocido.  T. 285-3797

Para tener las agallas de probar, suris y  hormigas siqui sapa, además de la alucinante frescura y asombrosa gastronomía de la selva; el restaurante El Bijao espera en Av. Ignacio Merino 2051, Lince.  T 265-3012

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