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Inkaterra Machu Picchu pueblo: belleza terrenal

Hay otra maravilla que hay que disfrutar luego de conocer Machupicchu.  Se trata del Inkaterra Machu Picchu Pueblo Hotel, un homenaje a la cultura y la naturaleza que rodearon a los incas.

Cuenta la leyenda que una princesa, desconsolada por un amor imposible, fue transformada por los apus en una bella flor roja con la forma de picaflor, capaz de hacer llorar a los guerreros. Su nombre: ‘Waqanqui’ que en quechua significa llorarás. Pero como la belleza siempre está rodeada de más belleza, otra flor lila derrama fragancia e historia.  ‘Wiñay Wayna’, es la voz quechua para la frase siempre joven, y era la insignia militar de los incas, según narra Garcilaso de la Vega en sus “Comentarios Reales”.

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Ambas orquídeas, florecen en los jardines recuperados del Inkaterra Machu Picchu Pueblo y, que por cierto, cada orquídea nativa que florece cada año, le otorga ese halo a paraíso terrenal que se sienta al poner el pie en este lugar tan hermoso como especial. Además de promover la investigación científica, para contribuir con la conservación de la biodiversidad, la educación y el crecimiento económico de las comunidades locales».

Ubicado en los bosques de nubes de Machu Picchu, Inkaterra Machu Picchu Pueblo Hotel lleva a cabo varios programas de conservación y sostenibilidad dentro de la propiedad de diez hectáreas de bosque restaurado.

 

Esta finca, tiene el enorme privilegio de estar muy cerca a la famosa ciudadela inca de Machupicchu y por tal motivo goza de la popularidad de los viajeros que dirigen sus pasos hacia la maravilla moderna.

Hay todo un disfrute al pasear  por esta villa andina, una experiencia íntima es la que se vive  al encontrarse en medio de sus singulares terracitas, arroyos, caminos de piedra y sus peculiares casitas de adobe en medio del bosque de nubes.

En sus cinco hectáreas de exquisita belleza natural se han registrado 214 especies de aves –como el quetzal dorado y el icónico gallito de las rocas– y la colección de orquídeas nativas más grande del mundos: 372 especies conviven en estos impresionantes jardines que albergan tamaño patrimonio genético de una flora incontrastable.  Pero además aquí las opciones son amplias. Destacan los programas de producción de té orgánico, de avistamiento de aves y la visita al Centro de rescate del oso andino, donde cinco de esos mamíferos viven en semi libertad.

Explorar el  Santuario Histórico y observar de cerca a los vestigios de  una cultura milenaria de cerca puede resultar agotador. Un descanso reparador siempre es necesario. Aquí es posible que los viajeros puedan reanimarse y recuperar las energías en el Unu Spa,  este suerte de sauna, está caracterizado por un místico enfoque andino. Los productos naturales  que aquí si utilizan son derivados de extractos botánicos locales (menta, eucalipto y orquídeas),lo cual es una delicia para cualquier cuerpo que ha sufrido los embates del clima y altura andina. Esta es una experiencia espiritual, sensual y relajante que alimenta el alma.

Pero alimentar el alma no es suficiente. Para alimentar al cuerpo, el Café Inkaterra, ofrece impresionantes vistas del río Vilcanota, que reconfortan mientras uno se atreve a pecar de gula  en cada platillo que lleva los secretos de la cocina peruana con un toque contemporáneo.

La hospitalidad, la conservación y el desarrollo sostenible son fundamentales para la firma Inkaterra y es el triunvirato de cualidades que se respira en todo el hotel. No en vano, este Machu Picchu Pueblo Hotel ha sido catalagado por los viajeros de todo el globo, como un de los mejores hoteles del mundo.

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