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Albina Ruíz: Necesitamos una dosis de locura para tener éxito

Está convencida en que los cambios significativos se darán a través de procesos de formación continuos. Es más, una de sus metas es lograr la profesionalización de los recicladores, a quienes ve como empresarios en potencia. Albina Ruíz, fundadora de Ciudad Saludable, y la nueva Viceministra del Ambiente nos recibió con un entusiasmo contagiante, el mismo que transmite en sus artículos de opinión o en los mensajes que postea; naturalmente, todos relacionados al reciclaje, su pasión desde hace más de veinte años.

Por Gloria María Pineda

¿Cuál diría que es la estrategia de más impacto para lograr que la gente se identifique con una causa tan urgente y necesaria como es el reciclaje?
Creo que hay un primer nivel que trabajar. Debemos pensar, cómo logramos que la propia población tome conciencia que éste no es un tema de otros ni que piense que es únicamente una responsabilidad del Estado, de los ministerios o de los municipios e incluso de las empresas. Reciclar es también una responsabilidad de la ciudadanía. Por eso, nuestro trabajo se ha dirigido, en gran parte, a los colegios, barrios y parques, hacemos activaciones públicas con acciones lúdicas en las calles.

Alvina Ruíz, presidenta del Grupo Ciudad Saludable

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Pero no solo los adultos tienen responsabilidad…

Por eso, un gran puntal nuestro son los niños y jóvenes. Les enseñamos desde lo básico, para que se identifiquen y comprendan por qué es necesario cuidar esta casa, que es de todos.

Para tener buenos ciudadanos, debemos formar a los niños desde pequeños, porque cuando llega el mensaje de un político corrupto el menor se forma creyendo que eso es lo correcto. A los adultos nos toca dar el ejemplo, desde lo más mínimo. Cuando voy al mercado y recibo vuelto de más, lo devuelvo. Tengo mucha esperanza en que los niños y jóvenes logren hacer la diferencia.

¿Pero esa no es la misma esperanza que tenían las generaciones anteriores?

Hemos perdido valores. La mala influencia de la corrupción ha influido para que mucho de lo avanzado se pierda. Nuestros padres tenían buenas prácticas. Yo nací en la selva del Perú, y hasta los 16 años no sabía qué era la basura, hasta que llegué a Lima. En mi vida cotidiana no había nada que desechar. Mi padre sin educación, mi madre con solo un año de estudios, ellos no sabían que era reciclar, reusar. ¡Pero lo hacían! Era una práctica natural. Es decir, la cáscara es comida para el caballo, lo que sobró para el perro o el cerdo, la coronta del maíz para prender el fuego. Y a veces no comprábamos cosas. Mi madre compraba las bolsas de harina, blancas, de tela y las frotaba para sacarles la letra. Y ella a mano hacía con eso bolsas, nuestra ropa interior, manteles, sábanas. Así crecí. Era natural para mí.

Acercamiento lúdico a la cultura del reciclaje en la ciudad.

Usted habló de un primer nivel, que son las capacitaciones ¿hay algún aspecto que complique poner en práctica lo aprendido?

En general no. Pero hay gente que aún no entiende y ve el proceso complicado. Por ejemplo, dicen que no se puede hacer compost en casa porque va a oler mal. Ahora vivo en Miraflores, antes vivía en el Agustino, y sigo haciendo mi compostaje casero con los residuos orgánicos que proceso naturalmente hasta su fermentación.

Recientemente se habla de reducir el uso innecesario del plástico ¿Considera que se logrará este objetivo?

Creo que un aporte muy importante lo van a brindar los propios negocios. Están apareciendo más opciones de compra a granel, a precios más módicos, lo que puede animar a realizar las compras en bolsas de tela. Debemos recordar que hace no muchos años, también lo hacíamos. Yo compro la menestra o el arroz a granel y llevo mis bolsas de tela, que son más seguras, higiénicas y no se rompen.

Mucho del material plástico desechable termina en el mar

Pero al empresario le interesa lo desechable para seguir vendiendo
Si seguimos con este nivel de consumismo tendremos que enfrentar un tema de cambio climático tan fuerte y con materias primas más escasas y más caras hasta para las propias empresas. Los que no piensen en el ecodiseño van a tener que salir del mercado. En Estados Unidos las marcas pagan un fee (tarifa) para hacer una disposición final de sus productos peligrosos y lo que se pueda recuperar se recupera. ¿Usted cree que lo van a hacer porque son buena gente? Saben que el usuario informado dirá “no compro este producto porque el envase contamina”.  

El mensaje para la toma de conciencia puede ir acompañado por el atractivo de ahorrar en las compras…

Debemos orientarnos hacia lograr una conciencia ambiental y remarcar que tendremos beneficios, como que lograremos comprar más barato. Esperamos que algún empresario se anime a iniciar este tipo de negocio porque las tiendas pagan por el envase individual, inclusive, más que el producto.

Esa es la tendencia en Estados Unidos y Europa. Allá, se cuenta con máquinas de venta a granel de productos como aceite, detergente, legumbres y otros. El consumidor adquiere sus productos a un costo menor, pero lleva envases reutilizables. Acá mismo, en nuestro continente, en Chile ya hay una experiencia exitosa: Algramo.

¿Cómo opera Algramo?

Negocios como Algramo, entregan el producto dentro de envases reusables de dispensadores, como los que venden gaseosas, café o golosinas. Es como abrir la llave de un caño, la máquina dispensadora brinda todas las garantías de salubridad y como mencioné los costos bajan considerablemente.

La reutilización del plástico comienza a construirse a ganar interes para la industria

Sospecho que entre el vecino chileno y el vecino peruano hay alguna diferencia. ¿La conciencia ambiental se logra solo con la concientización o se requieren sanciones?

Ese es el tema. Uno puede darse cuenta cuando viaja de Tacna a Arica. ¡Hasta Tacna no les importa! Abren la ventana y tiran la basura. Cuando cruzan hacia Arica el chofer avisa “Ni se les ocurra botar nada por la ventana, los va a llevar a la comisaría el gendarme.”  Allá la policía está entrenada para brindar seguridad ciudadana y para ellos la seguridad es no tener basura en la calle. Pasa lo mismo en México, va a Estados Unidos y no tira la basura, regresa a México y la tira. La gente reniega de otros países, pero no cuida el propio. Acá debería aplicarse papeletas ambientales, pero si un policía o serenazgo ve a alguien tirando basura en la calle no le da importancia. ¡En Japón no hay papeleras! La gente no come en la calle y si lo hace y tiene basura la guarda, no la tira.

A todo esto ¿Siente que el Estado está haciendo lo suficiente?

Hay avances, pero son muy lentos. Tenemos 108 mil recicladores desde Tumbes a Tacna que esperan con ilusión mayores incentivos. Ciudad Saludable los capacita para que tengan un empleo decente, digno. Y aquí quiero hacer un llamado a la ministra del Ambiente, Fabiola Muñoz, para que fortalezca y empodere a los recicladores mediante la profesionalización. También le pido que no abra una veta que permita a los municipios vender el material reciclado. No solo sería una competencia desleal, sino que legalmente no es posible. Sin embargo, sabemos de varios intentos para crear asociaciones fantasma y así ganar las licitaciones.

La fauna marina es una de las principales afectadas con la proliferación del plástico

Finalmente ¿Qué mensaje les deja a quienes creyeron en su propuesta?

A los emprendedores sociales, como yo, les digo se sigan soñando. Hay mucho camino por recorrer, incluso pueden llegar a exportar. Tenemos la seguridad que llegará el momento en que las grandes empresas los miren como socios accionistas, beneficiándose mutuamente con los ingresos. Puede parecer imposible, pero tenemos que atrevernos. Entonces, mi mensaje es “No se preocupen si tienen dosis de locura. Necesitamos una dosis de locura para tener éxito”.

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