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Augusto Panduro: el señor de las tarántulas

Augusto Panduro es un conocedor de las tarántulas. Foto: Gunher Félix

De sus 56 años de vida, Augusto Panduro ha dedicado 16 a la búsqueda de tarántulas, logrando identificar 20 especies en las espesuras de la Amazonía, la selva en la que nació. 

Augusto Panduro no tendrá ocho extremidades, pero con las que tiene le basta y le sobra para conocer a los arácnidos que se esconden en los troncos podridos o en la copa de los árboles de la Amazonía peruana.

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Desde la perspectiva de este loretano que ya supera el medio siglo de existencia, las tarántulas pueden ser mansas criaturas; pero no todas. Hay que mantener distancia con algunas especies.

Por eso, cuando empezó a recolectar tarántulas para una empresa que las exportaba, sintió que una adicción surgía en su interior: acercarse a todo tipo de arañas gigantes. Esas criaturas exóticas eran muy solicitadas en Europa.

En todos los años que trabajó en esa empresa, Augusto no recibió ninguna mordedura. Al contrario, asegura que con los años ha desarrollado una agilidad que le permite atrapar con delicadeza a los arácnidos que se cruzan en su camino,  lo que ha permitido conocer de cerca a 20 especies distintas.

‘El fraile’ y la ‘cola roja’ son tarántulas letales. Foto: Gunther Félix

“Para ubicarlos hay que conocer su hábitat. Ellas (las tarántulas) viven en palos podridos o en la copa de los aguajes”, explica. La más frecuentes, subraya, son las negras, oriundas de Sudamérica, y la avicularia avicularia, una tarántula de patas rosadas.

Pero -advierte- hay que tener cuidado con las tarántulas de cola roja y la llamada el ‘fraile’, porque ambas muerden y botan toxinas de sus pelusas. “Siempre hay que agarrarlas de atrás, sin que se den cuenta”, sostiene el veterano, quien las alimentaba con insectos e hidrataba con papel higiénicos humedecidos en agua.

Aunque muy pocos quisieran tener uno de estos arácnidos en su jardín, el recolector charapa explica que son ellas las que se encargan de hacer el trabajo sucio, pues regulan las poblaciones de los insectos que atacan los sembríos.

Actualmente, Augusto ya no recolecta tarántulas. Él ocupa su tiempo en un albergue ecológico situado a las orillas de la confluencia de los ríos Amazonas y Yanayacu. Solo en sus ratos libres o cuando guía a un grupo de turistas, vuelve a acechar, capturar y mostrar a los turistas esas arañas gigantes. ¡Grande Augusto!

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