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El futuro sin glaciares: adaptación en las montañas andinas

El fin de los glaciares se acerca y lo que queda por hacer es adaptarse a los ecosistemas de montaña que retendrán agua cuando las cordilleras desaparezcan. Foto: Andina

El Cambio Climático es irreversible.  Adaptarnos a un mañana sin glaciares se asoma como una alternativa y que buscará preservar los ecosistemas de montaña que retendrán agua cuando los glaciares desaparezcan. La cuenta regresiva ya inició.

Hablar de calentamiento global en el Perú es proyectar en la mente varias imágenes sobre grandes icebergs desprendiéndose en la Antártida. Es decir, algo muy lejano —aproximadamente 8.500 kilómetros de distancia— sin percatarnos que las secuelas del cambio climático ya se están experimentando en nuestro país desde hace más de 50 años: el 57% del total de glaciares desaparecieron.

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Sin embargo eso no sería todo el devenir, lo más fuerte del asunto es que dentro de diez años, cinco cordilleras desaparecerán por completo, según el último Inventario Nacional de Glaciares y Lagunas, realizado por el Instituto Nacional de Investigación de Glaciares y Ecosistemas de Montaña (Inaigem), con sede en Áncash: en esta región se concentra el gran número de glaciares que son fuentes de agua para el 80% de su población.  

Sin ir tan lejos, además de cordilleras que se encuentra en peligro de extinción (La Viuda, Chonta, Huanzo La Raya y Chila), el calentamiento global ya le ha jugado una mala pasada al nevado de Pastoruri que agoniza lentamente. A esta pequeña Antártida solo le quedan 0.76 kilómetros cuadrados de hielo  y algunos años antes de desaparecer del paisaje andino que concentra el 71% de glaciares tropicales en el mundo.

En los últimos 54 años el Perú ha perdido el 57% de sus glaciares.. Foto: Primerapaginaperu.com

Adaptación al cambio climático

Dentro de todo ese presagio irreversible, urge la necesidad de proteger los pisos ecológicos que anteceden a los glaciares y grandes montañas, siendo vitales para las zonas andinas y costeras.

¿Cómo lograrlo? Para el director de Investigación en Ecosistemas de Montaña del Inaigem, David Ocaña, es primordial fomentar la investigación científica en dichas zonas que tomarán la posta en este proceso de regresión glacial. “Aquí los ecosistemas de montaña tienen la función de regular tanto el volumen como la calidad del agua”.

De acuerdo con el experto, estas son las seis fuentes de aguas naturales donde se viene ejecutando parcelas de investigación:

Llaca: ecosistemas de bosques de Polylepis, praderas nativas y bofedales. Río Quillcay: recuperación de bosques ribereños. Punta Callán: recuperación de pajonales de la Cordillera Negra. El poderoso cushuro: manejo de cochas con fines de reproducción masiva del “cushuro”; Puyas de Cajamarquilla: recuperación y conservación de esta especie en peligro de extinción. Y, por último, el Bosque de Eriotecha: recuperación de esta especie en la regulación hídrica en zonas de poca precipitación.

De las seis, el especialista resalta tres ecosistemas de montaña: los humedales, los bofedales y los bosques de relictos altoandinos. “Los ecosistemas que nos salvarán son principalmente los humedales porque son los que mejor regulan la calidad y volumen del agua”, explicó.

Para fin de este año se tiene proyectado que habrá alrededor de 25 mil hectáreas de pasto cultivados en el Perú. Foto: La Mula

En ese sentido, se está priorizando los trabajos en áreas geográficas sobre los 1.500 m.s.n.m., en especial por encima de los 3.500 m.s.n.m. con el fin de enfrentar los cambios climáticos. En estas zonas el Inaigem se encuentra realizando trabajos de siembra de agua que consiste en capturar el agua de las precipitaciones, evitar que discurran por la erosión y, más bien, mantenerlos en la cabera de las cuencas. Pero, ¿cómo hacerlo?

El mañana sin glaciares

En la actualidad se desarrollan acciones de reforestación y zanjas de filtración los cuales contribuyen a regular el abastecimiento del agua. “Hay una palabra que debemos comenzar a trabajarla, la adaptación. No hay otra forma. Los seres humanos debemos adaptarnos a vivir sin glaciares”.

Como se sabe, en Áncash la mayor cantidad de población está asentada en la Cordillera Blanca. Y por tanto, el 80% de la población depende del agua de los glaciares. Sin embargo, los primeros en resultar más afectados serán los habitantes de la costa peruana, pues dependen de las cabeceras de cuenca.  En el Perú existen 2697 glaciares tropicales en 19 cordilleras nevadas que están por encima de los 4.000 m.s.n.m.

La alianza público-privada promueve investigación de glaciares en el Parque Nacional Huascarán. Foto: Sernanp

Pastoreo del mal

Otro factor principal que acelera la degradación es la sobreexplotación de las tierras, como es el sobrepastoreo. Cerca del 40% de la población ancashina que vive en las zonas altoandinas se dedica a la ganadería, una actividad que desgasta el suelo.

En respuesta, los últimos trabajos que se realizan sobre estas zonas son el pastoreo sostenible, el cual consiste la introducción de pastos cultivados para un mayor rendimiento. De esta forma se logra un promedio de 15 veces más el rendimiento del paso frente al pasto natural, así como la calidad nutricional para el ganado.

Hace cinco años, gracias a la reforestación, más de cuatro millones de hectáreas de praderas y pajonales habían sido cambiadas por pastos cultivados a nivel mundial. En el Perú está sucediendo lo mismo.

Según el Plan Nacional de Desarrollo Ganadero 2017– 2027, del Ministerio de Agricultura (Minagri), se tiene planificado que hasta el 2021 debe haber 150 mil hectáreas de pasto cultivados en el país. Y que para fin de este año nomás debe haber alrededor  25 mil hectáreas. A fin de año veremos los resultados y si es que vamos por buen camino. La cuenta regresiva ya comenzó y se adelanta cada vez más.

 

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