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Cusco Mágico

Encuentro y viaje interior. Cusco y su mística atraen, transportan… tanto que hay por vivir y sentir en este enclave de los andes. Revista Rumbos prepara una travesía que invita a ocupar estos recovecos de manera mágica.

Cusco,  ombligo del mundo, lugar energético, que en la antigüedad fuera el centro del reino de los Incas. En su interior lugares mágicos y misteriosos persisten en el tiempo. Dónde aún perduran las costumbres ancestrales y dedicadas a deidades naturales, al Tayta Inti y la Pachamama.

Este es un viaje a las profundidades de la sabiduría de los Andes. Un recorrido por los tesoros de sus tradiciones y su espiritualidad. Una travesía de enseñanzas sobre la sabiduría andina, vívido, simple y accesible para todos

La cultura, lo místico y lo sagrado confluyen en un puñado de hojas de coca. Estas cuentan a través de sus formas y texturas, el presente, pasado y futuro de su gente. Son oráculo de un espacio en el que las montañas y ríos adquieren carácter divino.  Este método de adivinación ancestral ha sido aprendido y considerado, de generación en generación, el cual aún hoy se sigue usando por los pobladores andinos.

Detrás de los orígenes de las civilizaciones andinas siempre existen los mitos o leyendas que dan vida a personajes e historias que nos acompañarán en esta jornada a la luz de la luna, y que serán revelados para ilustrarnos cómo cambia el alma de los hombres y dioses a través del tiempo, a través de la historia, igual que cambia el arte y hasta la geografía de este planeta.

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Como el valle no necesita de mapas, aquí la única obligación es el contacto con la madre tierra para empezar este viaje mágico que nos lleva al encuentro con Willka Tika. Un lugar lleno de paz para relajarse y explorar las maravillas de los Andes: espiritual, cultural, histórica y escénicamente. Sesiones de terapia con luz de cristal y baños de flores solares al aire libre bajo el cielo del sur, son parte de los servicios individuales que pueden programarse con cita previa a la llegada a Willka T’ika.

De Maras atrae su pasado prehispánico. Maras tiene una veta salinera impresionante digna de una postal. Sus níveas plataformas, llenas de una sal especial y única, han sido utilizadas por los locales desde tiempos antiquísimos y hace que este inusual mineral sea codiciado. Estando aquí, Moray es lo siguiente que atrae. Esta andenería circular es una suerte de laboratorio andino en el que crecían distintas variedades de papas y que aún hoy continúa siendo utilizado en esta tarea, pues el verdadero tesoro andino fue y sigue siendo este famoso tubérculo que hoy es un legado para la humanidad.

Para celebrar esta herencia, y conocer un poco la culinaria andina del valle hay dos lugares claves: El Albergue Restaurante, sus hermosos jardines con flores y frutas son un deleite ,  así como su sensacional “Pachamanca”, el potaje andino por excelencia en estas localidades. Y el Chuncho Restaurant, aquí se conocen no solamente otros sabores sino que también se aprende sobre insumos andinos que no aparecen en las cartas de los restaurantes de la región.

Otra gran herencia de este hermoso valle es la cerámica. Sus impulsores, Pablo Seminario y Marilú Behar han recogido las técnicas y estilos de las antiguas culturas peruanas y fruto de sus investigaciones han desarrollado su propia propuesta conocida y valorada en la región y que ahora difunden en sus talleres y de los cuales seremos parte.

El Valle Sur es otro espacio para seguir descubriendo.  Aquí en la plaza de la localidad de Andahuaylillas, se encuentra su iglesia principal conocida como la «Sixtina del Nuevo Mundo», con sus bellas decoraciones y su pintura mural del siglo XVII y XVIII  que dejan boquiabierto a quienes las observan.

Impresionan también son las terrazas talladas en piedra de Tipón y su sistema de irrigación que aún funcionan para el cultivo y el centro urbano Pikillaqta, yacimiento arqueológico conformado por los restos de una ciudad del Antiguo Perú, de la era prehispánica. 

Llega la hora de la hospitalidad tradicional peruana en la  Hacienda Huayoccari. El gran salón, con jarros y platos de cerámica vidriada colonial desde el suelo hasta el techo, hacen del acto de comer una experiencia envidiable. Experiencias sureñas del Cusco que se rematan con el andar elegante de un caballo de paso peruano concluirán la tarde con nuestra experiencia mágica.  

Nadie se traslada hasta el ‘Ombligo del Mundo’ si en sus planes no está llegar a Machupicchu, la impresionante Ciudadela de los Incas. Soberbios paisajes, senderos de piedra, escalinatas que se bifurcan, el reloj solar, las andenerías, el templo de la Luna y un variado etcétera que nos ocupará buena parte del día.

Hay que tenderse y distenderse en las asombrosas instalaciones de un refugio sin par. Nos referimos a Inkaterra Machu Picchu Pueblo Hotel.  Popular entre los viajeros que llegan de todo el mundo a ver la nueva maravilla, Inkaterra Machu Picchu Pueblo Hotel es una íntima villa andina con terrazas, arroyos, caminos de piedra y encantadoras casitas de adobe en medio del bosque de nubes, donde se ha registrado 214 especies de aves –como el quetzal dorado y el icónico gallito de las rocas– y la colección de orquídeas nativas más grande del mundo, una delicia viajera.

Pero así como todos los caminos conducen a Roma, en Sudamérica todos los caminos conducen a Cusco.  Sus aires coloniales, su callecitas pintorescas, de estampa, su cuestas, sus plazas, su identidad, los sitios arqueológicos que son prueba de un pasado histórico que se resiste a desaparecer.  Allí están  Sacsayhuamán la famosa fortaleza de enormes y gigantescas piedras labradas, el Qoricancha, el templo dedicado al sol en la cosmovisión andina y sobre cuyas bases se construyó el Convento de Santo Domingo en la tarea evangelizadora en estas latitudes; Qenqo, una laberíntica construcción dedicada a la mística y religiosidad del imperio.

A toda esta lista de exploraciones debe sumarse  el  Museo de Arte Precolombino – MAP Cusco- donde se exhiben y conviven  tres mil años del pasado a través de una colección de ceramios y que forman parte de la colección del Museo Larco de Lima, reconocida internacionalmente como una de las mejores del mundo.

En el Cusco los recorridos pueden terminarse, con búsquedas de souvenires, productos locales como quesos y panes,  y alguna que otra grata experiencia en el  Mercado de San Pedro o frente a una mesa, con un buen plato, y a poder ser, con una de las mejores vistas. Este pack ganador de despedida puede darse en el Barrio de San Blas  y en el Hotel Monasterio,  uno de los hoteles más exclusivos en Cusco y un monumento nacional protegido, con sus  interiores llenos de arte y antigüedades. Brindar aquí con una buena copa de ‘pisco sour’ es obligatorio. 

Pero si aún persiste la búsqueda de lo rural en la ciudad, queda probar la delicia culinaria de Pachachapa comida hecha en horno de barro en el patio central,  de los solares que tanto abundan en el barrio de  San Blas y del que brotan los aromas del ande, y emergen de las cocciones de ollas de barro. 

 

  

 

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