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Toboganes de Songos: adrenalina, sol y vida

Toboganes de Songos. Foto: Álvaro Rocha

Songos, a un toque de Lima, despliega una hermosa campiña rebosante de frutales, y ofrece una geografía perfecta para practicar rapel. Pero su fuerte reside en sus alucinantes toboganes naturales.

Por: Álvaro Rocha

El tenaz invierno limeño nos nubla en más de un sentido. A veces nos olvidamos que el Perú es un país de montañas y que estas cobijan parajes insospechados. Solo hay que dejar atrás Chosica para ingresar a un universo totalmente diferente, lo más parecido a la campiña original.

Foto: Álvaro Rocha

Media hora después de trepar por la sinuosa y atiborrada Carretera Central arribamos a Songos. Apenas un caserío, y mejor así, porque no ha perdido su encanto naif. De allí parten dos circuitos, uno se dirige al pueblo de Linday y a las ruinas de Cantahuaycho. Y el segundo enrumba a los toboganes naturales de piedra, de lejos, la preferida de los viajeros.

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La mayoría son muy jóvenes, incluso niños. La caminata no es muy exigente, además hay 3 miradores con bancas, techo y agua potable, que permiten una tregua y tomar resuello. Los más avezados van por el lecho de la quebrada sorteando caídas de agua y practicando rapel. Pero todos confluyen en el mismo lugar: los toboganes.

Foto: Álvaro Rocha

Allí se desata el jolgorio. Con la ayuda de cuerdas se trepa hasta la mitad de un peñasco colosal, que tiene una pendiente bastante pronunciada por donde fluye el agua que baja de las alturas. Lo demás ya se lo imaginan: la gente se desliza, a buena velocidad, por unos 8 metros, hasta caer con estrépito en una poza. Bajan individualmente, en pareja, o en trencito. Se vacilan como chanchos en el lodo. El clímax de la ruta.

Foto: Álvaro Rocha

Pero hay que ganarse el derecho para disfrutar de paisajes como los de Songos: levantarse temprano, no descuidar el físico, jadear en las subidas y cruzar riachuelos. Pero ese esfuerzo envuelve la aventura dentro de una mística especial, y potencia la experiencia y la seducción por el lugar. Dicen que en el campo la percepción del tiempo es diferente, uno siente que los días duran más que en la ciudad. Y Songos no es la excepción. Estuvimos solo un día y no lo cambiaría por una semana en Lima. Ni loco.

Foto: Álvaro Rocha

En Rumbo

Dónde:

Songos se ubica en el Km. 63 de la Carretera Central.
La caminata hasta los toboganes toma 45 minutos.

Guías:

Kevin Jiménez (91400-9036). Elio Carhuavilca (91041-6858). 
Proporcionan cascos y sogas. 
Costo: S/. 15 por persona, en grupos grandes hay descuentos.

Qué llevar:

Se recomienda llevar zapatillas sin medias, traje de baño
y una muda de calzado y ropa para no regresar con humedad en el cuerpo.

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