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Foto: Javier Zárte
Ambiente

Vedas para salvar a los últimos manglares en el Perú

Dos veces al año, el cangrejo del manglar no puede ser extraído, comercializado ni consumido. Una receta que, si se cumple, podría conservar la naturaleza de manglares en este lado del Pacífico

Por PNUD 

Los crepúsculos son mucho más fascinantes al interior de la selva de manglar. Foto: Promperú

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Para crecer el cangrejo se desprende de su caparazón. Una vez al año, una nueva generación de estos crustáceos deja sus corazas, quedando frágiles entre las raíces de los manglares. Si sobreviven a estos días, los cangrejos del manglar o cangrejo rojo (Ucides occidentalis) llegarán a su adultez y se reproducirán, persistiendo así en la naturaleza. Sin embargo, en los últimos 25 años pocos lo han logrado. Una pérdida que hoy las comunidades de pescadores artesanales, intentan frenar con las vedas en los manglares de Perú.

Conservar lo ancestral

Los manglares que se extienden en las costas de Perú son uno de los ecosistemas marinos más productivos y complejos del planeta, cuyo equilibrio depende en gran medida de los cangrejos que se dedican a descomponer las hojas que caen de los mangles, transformándolas en alimento para un sinnúmero de seres vivos, entre moluscos, otros crustáceos y peces.

La experiencia del Consorcio Manglares del Noroeste marcó un hito en la historia de la conservación en Perú al lograr en 2015 un contrato de administración para conservar el Santuario Nacional Manglares de Tumbes, un área natural protegida en la costa peruana donde aún habita esta especie de cangrejo. “Años atrás cuando no había vedas, cada extractor sacaba de 15, 20 hasta 25 sartas porque no había un límite”, cuenta Javier Zárate, extractor de este consorcio peruano. Cada sarta, o plancha, está compuesta por unos 12 cangrejos, es decir que en ese entonces cada uno extraía al menos unos 200 ejemplares. “Éramos nosotros quienes estábamos depredando el manglar y ahora somos nosotros los que pensamos en el futuro para que el recurso no se acabe y acatamos las vedas y los topes de extracción”, confiesa él.

 

Equilibrio natural

Para que un cangrejo del manglar alcance su talla adulta de al menos 6.5 centímentros y, por ende, pueda reproducrise, deben pasar al menos cuatro años. Por eso la veda que llega en agosto, cuando el cangrejo se desprende del exoesqueleto que lo rodea, es una de las dos temporadas del año en que este no puede ser extraído, ni comercializado ni consumido. El otro período se da entre enero y febrero cuando entra en apareamiento.

Pese a que ambas pausas son claves para la sobrevivencia del cangrejo y de todo el manglar, muchas veces son alteradas por distintas actividades humanas, como su captura indiscriminada, la destrucción sus hábitats y la contaminación de esteros.

Una cadena responsable

Al igual que son vitales para el equilibrio de los manglares, los cangrejos lo son para el sustento de cientos de pescadores en las costas de este lado del Pacífico. “El cangrejo del manglar tiene un valor muy grande para mí porque gracias a él pude criar a mis hijos, mantener mi hogar y así lo sigo haciendo”, cuenta Adolfo López, quien desde hace 29 años trabaja como extractor haciendo posible que esta especie llegue incluso a los restaurantes gourmet de Perú. Sin embargo, este boom gastronómico ha impulsado que los consumidores demanden exclusivamente especies como el cangrejo del manglar y las conchas negras, contribuyendo de ese modo a su desaparición.

Para sumar estos esfuerzos, desde hace dos años esta Iniciativa de Pesquerías Costeras (CFI, por sus siglas en inglés) liderada por el Ministerio de Ambiente de Perú y el Ministerio de Producción Comercio Exterior Inversiones y Pesca en Ecuador con el soporte técnico del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), viene trabajando directamente con las comunidades que protegen los manglares y realizando campañas de sensibilización para el respeto de las vedas y de las tallas mínimas establecidas para estas especies en ambos países.

La receta para que estas vedas tengan éxito, es que nadie extraiga, ni compre, ni consuma estas especies durante estas pausas. Por supuesto, cada persona juega un papel fundamental. Desde los extractores, los comerciantes, los cocineros hasta quienes los consumimos. Es en esta cadena donde esta iniciaitva encuentra sus aliados, para promover que las vedas y tallas mínimas sean respetadas y así lograr un verdadero impacto a futuro en la conservación del ecosistema manglar.

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