Durante siglos caminó entre nosotros sin ser reconocido. Hoy, el Perro Pastor Chiribaya —fiel guardián de las llamas y compañero de los antiguos moqueguanos— ha sido oficialmente reconocido como una raza ancestral del Perú. Su historia arqueológica y su linaje genético son un llamado a su preservación.
Por Revista Rumbos
“Son tan de ordinario estos perros de los indios tan mal tallados, que basta ver su mala catadura para aborrecellos; porque comúnmente andan magantos, sarnosos, sucios y asquerosos (…), lo cual echando de ver en Potosí el virrey don Francisco de Toledo, mandó hacer matanza general de los infinitos perros que allí había, la cual se ejecutó con gran repugnancia y llanto de los indios”
Historia del Nuevo Mundo Bernabé Cobo
¿Quién fue el Perro Pastor Chiribaya y por qué es tan importante?
En las calles de Moquegua con total tranquilidad caminan hoy los descendientes de una raza de perros con más de tres mil años de antigüedad en suelo peruano. Se trata del Pastor Chiribaya, una raza de canes precolombinos que habitó el suroccidente del país, y que de acuerdo a las investigaciones, es después del perro sin pelo peruano o perro calato, la segunda raza autóctona de nuestra tierra.

A esta conclusión llegó la experta antropóloga Sonia Guillen, actual Ministra de Cultura, y quien a comienzos de los años 90 realizó un extraordinario hallazgo en la región de Ilo, al dar con un cementerio de canes con más de 43 momias de estos ejemplares.
Además de revelar la existencia de esta raza, el descubrimiento de Guillen también marcó un importante precedente para la antropología en el Perú e incluso a nivel mundial, ya que nunca antes se había hallado un lugar exclusivo para la sepultura de animales. Este sería el primer cementerio de perros y perteneció a la denominada cultura Chiribaya.
Sonia Guillén y el hallazgo de las momias caninas en Ilo
Las investigaciones del Centro Mallqui han revelado que los antiguos pobladores del valle se dedicaban a la ganadería de llamas y alpacas. De acuerdo a estas evidencias y a las características físicas examinadas en las momias preservardas en condiciones extraordinarias, se determina que el perro Chiribaya era empleado en labores de pastoreo de camélidos que abundaban en la zona.


Sin embargo, los detalles del sitio y forma en las que fueron encontradas las momias de estos perros, hacen presumir que no solo era animales de trabajo, sino que estos perros también eran animales de compañía, y por ende, gozaron del afecto de sus dueños. No fueron presentados como ofrendas en un sepulcro, fueron sepultados en señal de respeto.
Un legado genético que sobrevive en las calles del sur peruano

Uno de los rasgos que más destaca de estos ejemplares son sus llamadas “patas de liebre” las cuales le permitieron desplazarse fácilmente en las arenosas tierras en las que habitó.
Su cabeza similar a la del pastor alemán, un hocico fuerte y orejas semi caídas y ojos bien redondos configuraban una expresión de perro “amigable” que se completaba con un abundante pelaje en color crema o amarillo pálido en su mayoría.
No era un perro robusto, al contrario era un animal bastante ágil de patas cortas y que alcanzaba más longitud que altura.
Del reino altiplánico a nuestros días…

Gracias a los estudios anatómicos y genéticos se puede afirmar que el linaje del perro chiribaya permanece aún vivo en caninos de la región de Ilo, en donde es posible observar los rasgos característicos de la fisionomía del pastor en lo que –al ojo común- sería un perro “chusco”.
Aunque se le atribuye el nombre Pastor Chiribaya, la misma antropóloga que dio con su descubrimiento asegura que este es un animal muy bien adaptado a la región andina, por lo que muy probablemente habitó en abundancia por otras extensiones del territorio andino peruano.

Tras más de tres mil años de existencia, el Pastor Chiribaya ya no está desafiando las condiciones climáticas de su zona de origen en las jornadas de pastoreo. Por estos días la raza solo enfrenta la dificultad de conservarse por una generación más y volver a ocupar el privilegiado lugar de reconocimiento y afecto entre los peruanos.
En la actualidad, las momias de 43 ejemplares de estos perros pueden ser vistas en el Museo Chiribaya en el distrito de El Algarrobal, en Ilo.
Reconocimiento oficial: el renacer de una raza ancestral
El 28 de marzo de 2025, la Federación Canina Americana reconoció oficialmente al Pastor Chiribaya como una raza ancestral peruana, durante un evento realizado en Brasil.
El Pastor Chiribaya presenta un cuerpo largo, extremidades ágiles, pelaje en tonos beige, crema, amarillos, rojizos y negros, nariz mediana y orejas parcialmente caídas. Análisis moleculares han identificado un haplotipo único, confirmando que se trata de una raza genuina y no de una variedad de perros mestizos.
Este reconocimiento no solo destaca la diversidad biológica del Perú, sino que también subraya la importancia de preservar y valorar las contribuciones de las culturas ancestrales a la historia y patrimonio del país.

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