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Perro calato, el mejor amigo de un peruano

Viringo, perro peruano, perro sin pelo,​ perro calato, perro Chimú, son los muchos nombres que toma nuestra raza de can originaria y reconocida oficialmente como Patrimonio Nacional del Perú.

En estos tiempos de fanatismo, en que los peruanos inflamos el pecho cada vez que hablamos de la riqueza histórica y cultural que nos rodea, el perro peruano sin pelo se ha convertido en un símbolo patrio viviente que todo compatriota quisiera tener de mascota.

Décadas atrás  esta actitud hacia el viringo peruano, como también se le conoce al perro calato (desnudo en quechua), habría sido impensable. El can nacional no siempre fue el mejor amigo de los peruanos, tampoco era bienvenido en los hogares. Esta es su historia.

Un can milenario

Antes de que sea Patrimonio de la Nación y el orgullo de todo un país, este milenario perro ya era venerado por los antiguos peruanos durante la época preinca. Si bien no se conoce con exactitud su procedencia, algunos historiadores manifiestan que el perro viringo (desnudo en lengua Moche) aparece miles de años atrás, en la época precolombina.

La imponente y soberbia figura de este can antiguo ha sido representado en ceramios y huacos de las culturas Chavín, Chimú, Mochica y Vicús, que hoy podemos apreciar en museos.

Otros investigadores señalan que estos animales eran asociados con la fertilidad y, en otras ocasiones, fueron considerados como guías de almas en su viaje al más allá. Por eso, algunas culturas los enterraban junto con los hombres y mujeres de la nobleza. Por ejemplo, en el hallazgo de la tumba del Señor de Sipán, una de las figuras más representativas de la cultura Mochica, el Dr. Walter Ala y su equipo de arqueólogos encontraron los esqueletos de dos llamas y un perro peruano, además de los restos de mujeres y niños.

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Esta misma creencia del perro guía de almas se vio reflejada en la obra Rosa Cuchillo, escrita por el ancashino Óscar Colchado, en el cual se retrata a un perrito de nombre Wayra (viento en quechua), quien guía a Rosa Cuchillo por el mundo de los muertos a reencontrarse con sus seres queridos. “Es una creencia de las culturas prehispánicas de que hay que criar un perro negro en vida para que en la muerte ayude a cruzar el koyllur mayo o río de estrellas para llegar donde se hallan los dioses”, dijo en una entrevista el escritor.

Igualmente, durante la época de los Incas, el perro peruano tuvo un rol importante en sus costumbres y tradiciones. Se dice que era infaltable la presencia de estos animales en las ceremonias de culto a la Luna de los incas. Es más, existe un dibujo del cronista peruano Huamán Poma de Ayala, en el que SE APREC una Coya (esposa principal del inca) con un viringo peruano a su lado, como su mascota.

De olvidados a reconocidos

Pero la situación cambió con la llegada de los conquistadores españoles a las costas de Perú en 1532. Debido a su apariencia, decidieron que eran malignos y, por tanto, debían eliminarse. Al igual que los incas, el perro calato perdió jerarquía y fueron desplazadas por las razas importadas como los galgos y mastines.

Según recordó en una entrevista pasada Claudia Gálvez, presidenta de la Asociación de amigos de los perros sin pelo del Perú, fue precisamente la carencia de pelo la que implicó un tabú para el contacto con la población durante cientos de años. Muchas veces fueron vistos como perros sarnosos. La investigadora de esta raza también explicó que en la República y hasta fines del siglo XX su crianza estuvo relacionada casi exclusivamente con fines medicinales. Eran utilizados como “calmantes” para el reumatismo y enfermedades respiratorias por la calidez de su piel, que llega a alcanzar una temperatura de 38 y 39 grados.

No fue sino hasta la década de 1980 que su suerte cambió, cuando el cinólogo Ermanno Maniero logró su inscripción oficial como raza peruana en la Federación Cinológica Internacional en 1985.

Así el perro mochica o chimú empezó a salir del silencio y a ganarse un lugar en el jardín, gracias a los esfuerzos de las asociaciones de animalistas. Años después de su inscripción como raza originaria del Perú, fue catalogado como Patrimonio de la Nación y “especie a preservar” por el Congreso de la República en el año 2001. Con ello, el Gobierno peruano estableció una norma que ordena que al menos un animal de esta raza viva en los sitios de museos arqueológicos a lo largo de la costa peruana.

Este reconocimiento ha permitido que más peruanos se interesen por criar al perro peruano como mascota nacional. Aunque el cambio de actitud tomó varios años, hoy en día esta raza es un emblema viviendo del país.

Además, a diferencia de las mascotas tradicionales, el perro calato no desprende pelo y eso mismo son la alternativa perfecta para acompañar a las personas que tienen problemas de alergias y asmas. Asimismo, gracias a su temperatura corporal que es tres grados más caliente que el de los humanos, es ideal para combatir la bronquitis y la artritis. “Al abrazarlos se siente como una bolsa de agua caliente. Esto ayuda cuando hay problemas de articulaciones o bronquitis”, explicó Claudia Gálvez.

Por si fuera poco, la celebración de su existencia ha sobrepasado los libros de Historia. En 2017, la Municipalidad de San Borja inauguró una escultura en su honor en el primer parque temático canino del Perú, ubicado en el cruce de las avenidas San Borja Sur y Paseo del Bosque. Tres años atrás, había sido inauguró un monumento al perro peruano en el Campo de Marte, en Jesús María, con el fin de crear conciencia entre los ciudadanos sobre la necesidad de cuidar a las mascotas.

Aunque suene a cliché, no cabe duda que el perro continúa siendo el mejor amigo del hombre, más aún si ambos son peruanos.

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4 Comentarios

    • No es así son dos razas distintas aunque parecidas en sus características al no tener pelo ninguna de ellas. El viringo, como se le conoce en Perú, resulta ser de un tamaño más pequeño y es más regordete, el xoloitzcuintle suele ser más grande y un tanto más delgado. Al igual que el can, mexicano, su origen ha sido detectado en ceramios moches, una antigua cultura prehispánica en Sudamérica, anterior a los incas.

      • No es más regordete,….es más bien un perro mas estilizado que el xoloitzcuitle por lo que los que lo crían lo prefieren porque se parece mucho a una estatua del dios perro egipcio; además de que hay mas variabilidad en el tamaño pudiendo encontrar hasta 4 tamaños diferentes: grande, mediano, pequeño y últimamente el toy.

  • Mientras son peras o manzanas, Xolotl o Viringo, existen, sobrevivieron a la conquista, guerras, independencia, revolución, enfermedades, hoy son más fuertes y pueden serlo aún más. Si aún persisten es por algo y es nuestra misión cuidarlos. Los territorios de México y Perú siempre tuvieron interesantes intercambios comerciales y culturales de épocas ancestrales. Retomemos lo positivo de la historia y riqueza de ambas naciones y sigamos juntos adelante.

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