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Destinos cortos

Lomas de Amancaes, tesoro de Lima

Durante el verano todo luce seco, pero en invierno el lugar reverdece. Las Lomas de Amancaes, es uno de esos destinos costeros muy bien preparados para recibir a los amantes de la aventura, la flora y la fauna sin tener que salir de Lima. ¿Qué encantos encierra este rincón de naturaleza?   

Hay que subir  hasta los últimos escalones y cruzar las construcciones de piedra para que el mundo cambie. Para que todo luzca diferente, todo. Aquí no están las playas de la costa ni los cerros convertidos en vecindarios, dejados atrás, hace algunos kilómetros. Es un mundo distinto, donde apenas se oye el murmullo del desorden capitalino.  

Ahora estamos parados aquí en estos cerros que durante el verano lucían secos y desérticos, pero que ahora, con el invierno apoderándose de Lima, se han convertido en refugios de vida silvestre.

De junio a noviembre, cuando las temperaturas bajan y el verdor envuelve completamente el lugar. Cuando hasta las rocas son pobladas por una alfombra de flores amarillas; lucen  asombrosas y con todo su esplendor, las Lomas de San Jerónimo o de Amancaes. 

Traspasado el umbral, lo que sigue es un alejamiento de la jungla de cemento para seguir hacia ese pedazo de naturaleza que recién empieza a abrirse como un libro de fantasía. No es una exageración decir que mientras se anda por ese estrecho sendero que apunta al cielo, de pronto, como por asalto, puedes encontrarte rodeado de niebla. Un aspecto tan característico de las lomas y que le da un halo surrealista a la visita. 

El nombre de estas lomas se debe a la flor de amancaes, cuyo crecimiento es frecuente y propio de las lomas costeras del Perú, por lo que sólo crece en estas zonas, más no en otra parte del Mundo. A su vez, esta flor de color amarillo ha sido protagonista de valses criollos, así como recuerdos de fiestas de antaño. Hoy en día, se le puede ver puntualmente en algunas zonas en las que se les ha podido reintroducir, está allí aunque muchos visitantes no logran verla.

Durante el siglo XVI, en la fiesta de San Juan Bautista, la población de Lima celebraba en un festival de bailes y viandas.  Y cómo lo recuerda la dulce interpretación de un vals de Chabuca Granda, se acostumbraba recolectar estas flores que crecían de manera silvestre en épocas de junio y garúa. De aquello solo el recuerdo.

De la ciudad a las lomas

Eso es lo que ocurre cuando se cambia cualquier rutina de los fines de semana por una excursión hacia una de las diez lomas ubicadas en la capital. La más cercana al Centro Histórico es sin duda alguna las Lomas de Amancaes, ubicado a solo media hora del corazón de la ciudad.  

Para acceder a ellas, primero se debe llegar al asentamiento humano Horacio Zevallos, en el tradicional distrito del Rímac, donde nos aguarda una empinada trocha y algunos tramos de escaleras rocosas que previamente debemos subir antes de explorar el paisaje biodiverso. 

Y en nuestros andares por esos pisos altitudinales, guiados de la mano de las orientadoras locales, empezaremos contemplar los primeros encantos de este edén costero. Nuestras primeras visiones apuntarán a unas construcciones de piedra con formas de andenes que se aprecian en la subida. Pero no es lo único que notaremos aquí, si continuamos podremos otear otras formaciones rocosas que juegan con la realidad, como ocurre en la quebrada de la Boca del Sapo, un enorme farallón de 20 metros cuya abertura en el medio nos recordará a la boca de ese anfibio.  

Además de ello, si contamos con mucha suerte y unos ojos de francotirador, podremos admirar más de un espectáculo de la vida silvestre. Ver a gorriones revolotear en el cielo, mientras los halcones peregrinos acechan a su próxima presa. O contemplar los cernícalos y turtupilines que juegan y bailan entre la vegetación.  También hay gekos, lagartos y una infinidad de insectos. 

Hay pocos lugares en Lima que te hacen sentir estas experiencias: la sensación de estar en medio de la naturaleza y a la vez totalmente expuesto a una ciudad que avanza agresivamente a las periferias.  Solo sitios tan fascinantes como estos tienen la capacidad de hacerte feliz con una caminata, aunque ignoremos el peligro que corren a diario por el tráfico ilegal de terrenos. 

Sin lomas no hay paraíso

Pero las lomas no están solas en esta lucha. Así como las Líneas de Nasca tienen a su María Reiche, las Lomas de Amancaes tienen a su Haydeé Cerrón, una vecina rimense de 62 años que conoce este ecosistema como la palma de su mano. Durante décadas ella estuvo pendiente de ellas, específicamente desde que se fundó el asentamiento humano Horacio Zevallos a los pies de este recinto natural.

Aunque no tenga la trayectoria de la arqueóloga alemana, Cerrón profesa un amor puro por las lomas, lo que le ha llevado a presidir la Asociación Protectores Ambientales de la Flor y Lomas de Amancaes (PAFLA), que desde hace nueve años se dedica a salvaguardar  uno de los pulmones verdes más importantes de Lima. Pese a la hostilidad de los traficantes de terrenos, el minúsculo grupo de guardianes no abandonan su lucha. 

En sus tiempos libres, ella, junto a otras tres mujeres, hacen de orientadores locales y guían a la veintena de personas, entre jóvenes y adultos, que cada semana se animan a recorrer las lomas. La compañía de estas cuatro guardianas es fundamental porque permite una inspección constante de la flora y fauna durante cada recorrido, además de sensibilizar a los visitantes en la preservación de uno de los pocos lugares en Lima donde se intenta salvar a la flor amarilla que inspiró a Chabuca Granda.

De acuerdo con datos oficiales del Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (SERFOR), las Lomas de Amancaes tienen una superficie de 237 hectáreas de área natural. Abarca los distritos Independencia, San Juan de Lurigancho y Rímac. Este último cuenta con apenas 90 hectáreas, pero Haydeé afirma que la cifra podría ser menor. Calcula que alrededor de 30 hectáreas se han perdido por la expansión de los asentamientos humanos.   

La razón de ello, afirma la “Dama de las Lomas”, se debe a que cada año los traficantes de tierra se las ingenian para apoderarse de varios metros cuadrados de áreas verdes. A esto se suma la falta de compromiso de la población que vive en los asentamientos humanos colindantes, como Vista Alegre, Los Jardines, 6 de Agosto y hasta el mismo Horacio Zevallos, cuyos habitantes y familiares invaden parte de las lomas con el pretexto de ampliar sus terrenos, espantando a las pocas especies de animales de su hábitat.

“De seguir así, posiblemente en dos años ya no tengamos más Lomas de Amancaes”, sentencia Cerrón, como si anunciara el final de película de ficción.  

Guardianas de lomas 

Pero la ‘guardiana de las lomas’ no pierde la fe. A pesar de las amenazas que ha recibido de los traficantes y de las agresiones que han recibido sus otras tres colegas, ninguna ha bajado los brazos. Por el contrario, siguen firmes y decididas a poner mano dura contra los invasores. 

Para un extraño, Haydeé le puede parecer una aficionada defensora del medioambiente con mucho tiempo libre pero para Haydeé estos ecosistemas son su segundo hogar y perderlos sería como repetir un episodio triste de su pasado.

Antes de llegar a este asentamiento humano, cuenta la mujer de 62 años, vivía en su natal Chupapa, en Junín, pero la violencia generalizada la obligó a mudarse a la capital. Eran los años 80 y el asentamiento humano Horacio Zevallos apenas contaba con un puñado de viviendas. Allí se quedó, porque tenía al frente las Lomas de Amancaes, que le recordaban su otra vida en Chupaca. Allí también escucharía de una antigua Festividad en honor a la Flor de Amancaes. La contaminación, el tráfico de terrenos y la falta de conciencia ambiental confabularon en su desaparición por varios años. 

A raíz de ese primer encuentro con la naturaleza, Cerrón se empeñó por aprender lo necesario para contribuir en la preservación de estas áreas protegidas. Esto la conllevó a participar como voluntaria en varias de las 10 lomas costeras que hay en Lima, donde ha intercambiado experiencias y ha replicado algunos proyectos de éxito.

Hace un par de años atrás, recibió una donación de 100 flores de amancaes que fueron plantadas en las Lomas de Amancaes. En 2018 florecieron alrededor de 1000 ejemplares. Para este año tras las restricciones por la pandemia, la presión humana ha sido casi nula y ha permitido una mayor restauración de este ecositema costero sumamente frágil. Este año se espera que florezca cuatro veces más que la anterior campaña.

El Área de Conservación Regional Lomas de Amancaes tiene por el momento el circuito supendido, no hay todavía una habilitación completa, – señala Trinidad Perez Palacios, secretaria de la PAFLA -, aún estamos recuperando espacios, no creo posible que se aperture este año, pero quizá algunos espacios sí».

En rumbo: 

Se debe llegar al asentamiento humano Horacio Zevallos, en el tradicional distrito del Rímac.  O desde la Av Tacna, llegar al cruce de las avenidas Alcázar con Amancaes: Parque Felipe Pinglo Alva. Desde allí es posible comenzar la visita.  Siempre hay que ponerse en contacto con las Protectoras de la Flor y las Lomas de Amancaes (PAFLA) antes de ir para estar al tanto del levantamiento de las restricciones Telf: 997480615 / 950194969

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3 Comentarios

  • Debería promocionarse este espacio natural es hermoso cuando florece es como estar en el campo rodeado de naturaleza , debemos apoyar la iniciativa de las lomas de amancaes como ruta turística histórica y natural

  • Es de las Lomas con más Historia, desde la Época Colonial se hablaba de la Fiesta de Amancaes, donde toda la gente de Lima, subía hasta las lomas para un día de fiesta, comida y baile, a ritmo de guitarra y cajón, comida criolla, las personas se ponían las flores amarillas de Amancaes en el sombrero, en el cabello, o se lo prendían a la vestimenta. Se dieron muchas jaranas en sus lomas, lamentablemente la cuidad creció descontroladamente y esa fiesta quedó en el olvido, se invadieron sus lomas, y está en amenaza de desaparecer cada día, al menos el turismo, el conectarse con la Naturaleza con la poca que queda en Lima, está ayudando a tomar mayor conciencia de su conservación, ojalá que siga así, además que es saludable practicar trekking y hasta respirar aire puro entre tanta contaminación y estress. Buena nota !!

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