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El chaccu de Pampa Galeras: obteniendo la fibra más fina del mundo

Pampa Galeras, cinco décadas dedicadas a la preservación de la vicuña. Foto: Sernanp

La comunidad campesina de Lucanas es protagonista del chaccu de vicuñas más grande del país. Han encontrado en esta práctica ancestral una excelente alternativa económica, aprovechando sosteniblemente la fibra más fina del mundo.

Por Talia Lostaunau 

Cada veinticuatro de junio, se reúnen comunidades campesinas en diferentes partes de los Andes para participar del chaccu, una práctica ancestral realizada desde épocas preincaicas. Esta tradición, que consiste en la captura de vicuñas para su esquila, se mantiene en algunos pueblos de las alturas de Huancavelica, Ayacucho, Puno, Apurímac, Cusco y Arequipa. Las praderas altoandinas de la Reserva Nacional Pampa Galeras Barbara D’Achille son el escenario del chaccu más grande del país, organizado por la comunidad campesina de Lucanas. Este es solo uno de los diez que la comunidad realiza a lo largo del año pero sin duda, el de mayor celebración.

Chaccu de Lucanas en Pampa Galeras, un ardid andino para atrapar a las vicuñas sin vulnerarlas. Foto: Erick-Schroth

Son 200 las familias que participan del evento. Los días previos, desenredan las largas sogas adornadas con cintas de todos los colores que usaron el año anterior para arrear a las nerviosas vicuñas. El veinticuatro, los comuneros parten muy temprano desde Lucanas en camiones, hasta llegar a la reserva nacional. Allí, turistas y guardaparques se suman a la fiesta. Cada uno hace suya una porción de soga y se inicia la caminata de casi tres horas. Al inicio se divisan solo algunos grupos de vicuñas corriendo a lo lejos. Después, se les ve correr en grupos cada vez más grandes. Están atrapadas y ellas lo saben, pues hace exactamente un año fueron acorraladas de la misma forma.

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Los resignados animales entran a un corral y al día siguiente se inicia la esquila de su valiosa lana. Este procedimiento se realiza con mucho cuidado y no representa ningún peligro para las vicuñas. Las que tienen menos de dos años aún no tienen el largo de fibra mínimo para ser aprovechada. Las que sufren de sarna o caspa son marcadas, vacunadas y puestas en libertad, esperando que el próximo año se encuentren aptas para ser despojadas de su fibra. A las que sí son esquiladas, se les deja entre dos o tres centímetros de largo de pelo, que las protegerá de las bajas temperaturas de los meses venideros.

Vicuñas atrapadas en el cerco. Foto: Archivo Rumbos

La comunidad sabe lo importante que es cuidar de esta población de vicuñas. En la década de los 80’s solo existían mil ejemplares en todo el departamento de Ayacucho. La caza indiscriminada y falta de interés de las autoridades llevaron a la vicuña, la representante de la riqueza animal en nuestro escudo peruano, a pocos pasos de la extinción. Hoy, gracias al trabajo de la comunidad con el acompañamiento del Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas, se estima que tan solo dentro del territorio comunal de Lucanas hay más de 12 mil ejemplares. De estos, el 60% han sido capturados a lo largo de los años y esquilados bajo un riguroso plan de manejo y la supervisión del Servicio Forestal y el Servicio Nacional de Sanidad Agraria.

La cordada comienza a cerrrarles el paso a las vicuñas. En Pampa Galeras cualquiera es bienvenido a participar. Foto: Inés Valenzuela

El manejo sostenible de las poblaciones de vicuña no solo supone un aprovechamiento responsable de su fibra. A pesar de haberse adaptado a las adversidades de los Andes peruanos mejor que otros camélidos sudamericanos, estos animales necesitan de pasturas en buen estado de conservación. En los últimos años, debido al cambio climático, se ha visto una disminución en el volumen de las fuentes de agua y, por lo tanto, una reducción en el rendimiento de los pastos naturales en la zona. Preocupados, los comuneros y la jefatura de la reserva nacional han decidido invertir tiempo y dinero en el manejo de los bofedales y ojos de agua que abastecen a este territorio.

Esquila del vellón de las vicuñas que estan aptas, luego se las deja en libertad. Foto: Archivo Rumbos

Se dice que, durante el Imperio Incaico, solo el Inca y su corte podían usar las finas prendas confeccionadas con fibra de vicuña. Hoy, no hace falta tener un alto cargo para poder usar estas prendas, pero definitivamente hay que tener dinero para poder hacerlo. De la esquila de cinco vicuñas se obtiene un kilo de fibra, la cual es vendida en su estado más rústico por 300 dólares americanos. Gran parte de la fibra termina en el extranjero, y es usada por marcas reconocidas mundialmente como la italiana Loro Piana. En menor proporción, la fibra es vendida a empresas textiles peruanas, como Inca Tops que bajo la marca Kuna, ha presentado una línea exclusiva en la que se encuentran las prendas hechas con esta fibra.  

La fibra de vicuña es una de las más cotizadas en el mercado textil. Foto: Archivo Rumbos

Tan solo una pequeña parte de la fibra se queda en la comunidad, y desde hace poco tiempo está siendo procesada en su lugar de origen. Después del pre descerdado, un kilo de fibra puede llegar a costar 450 dólares americanos, y tras el descerdado puede llegar a los 650. Sin embargo, un grupo de mujeres apuesta aún por más, y confecciona chullos, chompas y chalecos como parte de un proyecto que está aún en una etapa inicial. Un sombrero de vicuña hecho en Lucanas puede llegar a costar mil dólares y, a pesar de que el camino para estas mujeres es aún largo en cuanto a tecnología y diseño, estará lleno de aprendizaje y satisfacción.

Ceremonia de la Esquila en Pampa Galeras. Fueron los incas los que desplegaron esta estrategia de caza. . Foto: Inés Valenzuela

En mayo de 1980 en el distrito de Chuschi, ubicado a solo tres horas de Lucanas, el movimiento terrorista Sendero Luminoso iniciaba una guerra contra el Estado Peruano. Comunidades de todo el departamento de Ayacucho sufrieron por muchos años las consecuencias de los actos terroristas. Hoy, a pesar de seguir siendo uno de los departamentos con mayores índices de pobreza del Perú, recuperan el optimismo y buscan alternativas económicas para salir adelante. Es admirable que lo hagan además de una manera sostenible, valorando y cuidando con orgullo al animal que representa nuestra fauna nacional.

Agrupación del Sernanp. Luego de la jornada de la esquila. Foto: Inés Valenzuela

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