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La historia del enigmático escudo nacional que volvió a la vida tras una minuciosa restauración

Entre el arte, la alegoría y el sentir patriótico, la conservadora y restauradora Ángela Pacheco acaba de terminar la reparación de una alfombra serrana muy especial. Se trata de una pieza trabajada en tejido de camélido con un escudo nacional único en su clase. Esta es su historia.


Dice Ángela Pacheco que muchas piezas de exhibición comienzan siendo más bien utilitarias. Objetos tan cotidianos que a veces no reparamos en su existencia ni en su importancia: una máquina de coser heredada de alguna abuela; la primera edición de un libro de poesía al fondo de un armario; una foto inédita de algún paraje del Perú; una mesa; una silla; una alfombra. Incluso el cartel que se lleva a una marcha.

Hay muchos factores que determinan aquello que puede hacerlos especiales (“coleccionables”, sería el término adecuado aquí). Puede ser su origen, su antigüedad, su mensaje, o algún elemento que los diferencie del resto. Por ejemplo, un color en particular, un material que ya no se utilice o una técnica específica. Cuando una alfombra elaborada entre las décadas del 40 y el 50 del siglo pasado llegó a las manos de la restauradora y conservadora Ángela Pacheco, lo primero que ella notó fue la rareza en la que se representaba un emblema habitualmente encontrado en cuadros y piezas de metal o madera, que en los últimos años se ha puesto muy de moda en polos y casacas: el escudo nacional.

“Las obras de arte se restauran cuando los daños ya están hechos, cuando las mediadas de conservación preventiva no han sido suficientes para mantenerlas en buen estado”, explica Pacheco sobre su oficio. “Un conservador/restaurador debe respetar el paso del tiempo de la obra. No se trata de ‘engañar’ y ocultar el daño que la obra presenta, ni de dejarla como si nada hubiera pasado”, sostiene.

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Cuánto simbolismo puede haber en la recuperación de una insignia patriota realizada en un momento de necesaria agitación -pero de impresionante unión entre los peruanos- como el que estamos pasando hoy. Punto por punto, paso por paso, se repara el daño.

La alfombra mide 1,35 cm de alto por 90 cm de ancho y pertenece al período 1940-1950. Fue confeccionada en técnica de tramas suplementarias envolventes en fibra de camélido. Para su restauración Ángela Pacheco utilizó una aguja curva, como las que usan los cirujanos.

Hilo conductor


Ángela Pacheco pasó varios años en el MALI y estuvo a cargo de la colección textil como conservadora. Luego, dirigió el taller de conservación y restauración del museo. “Mi especialidad siempre han sido los textiles. Ahora trabajo de forma particular con varios proyectos para coleccionistas privados, galerías de arte y algunos museos”, nos cuenta.

La pieza elaborada en telar llegó a ella a través de un coleccionista. No se sabe a quién perteneció ni dónde estuvo antes. Sí se sabe que adornó alguna casa peruana durante varias décadas: tanto, que la llama del escudo había sufrido un deterioro considerable. Confeccionada en la sierra central del país en fibra de camélido (eso quiere decir que los hilos pueden ser de llama, alpaca, vicuña o una mezcla), el diseño -tanto de la alfombra en sí, como del escudo- era particular.

Para empezar, no tiene los colores patriotas sino más bien los tonos propios de la fibra de camélido: muchos marrones, amarillos y óxidos. “Normalmente estas fibras no se tiñen”, indica Pacheco. “Se trabaja con los colores naturales. Por lo tanto, cuando encontramos escudos en alfombras eso quiere decir que fueron confeccionadas en la sierra”, explica. En el caso de tratarse de una bandera antigua, por ejemplo, lo más probable es que se haya elaborado en seda teñida (como es el caso de las banderas recuperadas de la Guerra del Pacífico) con los colores propios de su diseño.

“En este caso se puede ver una pérdida estructural justo en las partes de las patas delanteras de la vicuña del escudo. Esos ‘huequitos’ son los hilos que van detrás, y todos los pelos de adelante se habían perdido. El daño debía reforzarse para que no haya otro daño a futuro”, indica Ángela Pacheco sobre su labor. El objetivo es que visualmente el trabajo sea imperceptible, pero lo suficientemente notorio para se respete que se trata de una pieza intervenida.

Pacheco se dedicó dos semanas a repasar y analizar cada detalle. Dos días después de entregar el trabajo, el país estalló en una crisis política y social donde banderas, pancartas, mapas del Perú y otros símbolos cobraron una dimensión poderosísima. Ahí, para protegernos, estaba también el escudo.

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