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Ambiente

Sinba: convertir la basura en oportunidad

Sinba convierte la basura de restaurantes en alimento para cerdos buscando así transformar los procesos de la industria gastronómica.

Un contundente lomo saltado, el deleite de más de un paladar peruano sin embargo el final de muchos de los platos que se sirven en una carta de todo restaurante están a medio terminar y van camino al tacho de basura

 Cerca de un tercio de la comida que se produce en el mundo termina en la basura, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura. Asimismo, se sabe que un restaurante puede generar hasta 500 kilos de desechos al día y los limeños, en general, producimos 10 mil toneladas de basura de la que solo el 4% se recicla y el resto contamina el ambiente.

Existe un vacío en la práctica de gestión de residuos orgánicos  en el Perú. En otros países, es más común ver la gestión de residuos orgánicos en restaurantes.

Sinba es una empresa socioambiental cuyo propósito es trabajar por un mundo Sin Basura, donde nada sobra y nadie sobra. Precisamente de allí deriva el nombre  como un guiño que resume el concepto de las tareas que se  asumen con esta iniciativa.

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Fundada por Andrea Rivera, Philip Reiser y  Bitia Chávez,  Sinba se encarga de ingresar a sus aliados a un sistema de economía circular; convirtiendo comida desechada y subproductos orgánicos en alimento animal y abono reaprovechando hasta el 90% de los materiales que iban a ser desechados.

En el programa Gastronomía #sinbasura, se enseña a los trabajadores a separar, limpiar y secar los residuos para convertirlos en material aprovechable, como lo establece la ley de gestión integral de residuos sólidos. Eso les permite convertir todo ello en alimento animal para granjas urbanas. Hoy recogen 840 toneladas de residuos orgánicos al año en más de 42 empresas de alimentos en Lima.

Restaurantes que encabezan la lista de los 50 mejores, como Central, Maido, La Baguette, Flora & Fauna o Panchita -también comedores, industrias y supermercados- cuentan ahora con un certificado de Sinba, que garantiza un alto estándar de responsabilidad social.

En una cocina certificada por Sinba hay tres tachos: uno para cada categoría. Los residuos reciclables, como el papel, el cartón, el vidrio, se entregan a asociaciones formales de reciclaje. Los residuos inorgánicos no reciclables -como el papel higiénico, las toallas sanitarias o los pañales- se intentan reducir al mínimo. “Si hacemos esto bien, podemos reducir la basura que llega a un relleno sanitario hasta en un 90%”, dice Reiser.

Mientras que los residuos orgánicos -restos de pan, frutas y verduras, incluidas las cáscaras; huesos, espinas y restos de carne, pescado o mariscos, que son el 75% de los residuos de un restaurante- son llevados a la Biofábrica de Sinba, donde es procesado, esterilizado y convertido en un alimento de calidad para los cerdos de las granjas urbanas de Lima.

“Cuando esta granja produzca carne de mucha mejor calidad, bajo estándares de consumo humano, puede alcanzar una certificación de calidad y convertirse en proveedor de los propios restaurantes con los que iniciamos el ciclo”, explica Pipo.

Hoy colaboran con ocho criadores en Villa El Salvador, Pachacamac y Chorrillos. “Cuando eres consciente de los cambios que los seres humanos estamos provocando en el planeta, queda una sensación innegable de que algo tenemos que hacer al respecto y en ese sentido Sinba ha logrado brindar una propuesta interesante a los restaurantes que desean no solo ofrecer deliciosa comida, sino también preocuparse por las repercusiones de su cocina en el planeta.

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