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Amunas o mamanteos, los canales preincas que continúan irrigando y dando vida a Lima

Dos mil años después de su construcción, esta red de canales prehispánicos sigue irrigando 17 distritos de Lima, la segunda ciudad más grande del mundo ubicada en un desierto después de El Cairo. Un legado preinca que podría salvar a la capital de la crisis del agua.  

Atraviesan la ciudad, como las venas recorren el cuerpo.  Además de los ríos Chillón, Rímac y Lurín, el agua que fluye en los canales prehispánicos, edificados hace más de 2000 años por la cultura Lima y extendidos por los Wari, Ichma e Inca, sigue irrigando gran parte de la capital, lo que hace posible hoy la existencia de parques y otras áreas verdes públicas.

Canal de regadío en San Borja . Foto: Municipalidad de San Borja

 

A pesar que los antiguos peruanos de los andes de Lima no podían construir grandes represas y desconocían de que sus tierras iban a ser pobladas por millones de habitantes, desarrollaron este peculiar sistema hidráulico –una ingeniería prehispánica adelantada a su tiempo– que les permitió controlar el suministro del agua durante la estación seca del año. Se trata del sistema de filtración conocido como amuna o mamanteos, una técnica preinca que hoy sigue asegurando la sostenibilidad medioambiental de Lima, la segunda ciudad más grande del mundo ubicada en un desierto después de El Cairo.

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A la fecha, esta red de ríos artificiales que todavía conservan su curso original, riegan importantes lugares como el parque El Olivar o el Cuartel General del Ejército. Según la Comisión de Regantes de Surco,  el 80% de las áreas verdes de 17 distritos de Lima son regadas con agua de canales de origen prehispánico. La lista comprende El Agustino, Jesús María, La Molina, Lima, La Victoria, Lince, Magdalena, Miraflores, Pueblo Libre, San Borja, San Isidro, San Luis, San Miguel, Santa Anita, Surco y Surquillo.

Por su parte, el periodista Javier Lizarzaburu Montani, quien ha investigado por años estos canales prehispánicos, señala que de los canales existentes, dos están operativos al cien por ciento: Surco y Huatica, ambos con aproximadamente 2000 años de antigüedad y con una extensión de 29,5 kilómetros y 15 kilómetros, respectivamente. “Entre los dos canales riegan 1000 hectáreas de áreas verdes públicas de las 3000 hectáreas que existen en Lima. Es decir, el 30% de las áreas verdes de lima están regadas por estos canales prehispánicos”, dijo Lizarzaburu en entrevista para Rumbos. 

 

Lima, la segunda ciudad más grande del mundo ubicada en un desierto después de El Cairo.

Hay que precisar que el Perú es uno de los países de la región que se encuentra en un nivel alto de estrés hídrico, y Lima es una de las 20 ciudades más pobladas del mundo con este problema. Por ello, el uso adecuado de estos canales permitiría aumentar el agua disponible en la estación seca y así irrigar las áreas verdes de la ciudad, para la sostenibilidad medioambiental de la capital.

Dos milenios llevando agua para todo Lima

Para algunos historiadores y cronistas, el origen de estos canales sigue siendo un enigma. De acuerdo con la evidencia arqueológica, sostiene Lizarzaburu, la cultura Lima fue la primera en contar con comunidades territoriales que se asentaban desde Ancón hasta Pucusana.

 

 

Allí ellos crearon el primer sistema de canales, y como Lima es una pendiente que viene desde los Andes hasta el Pacífico, facilitó el funcionamientos de estos. De esa manera, lograron transformar el territorio desértico de Lima en unas 30,000 hectáreas de valles productivos. Eso tomó cientos de años. Las siguientes culturas que vinieron aumentaron la extensión territorial. La última extensión sucedió con los Ychma, justo antes de los Incas”, dice el estudioso de los canales preincas. 

Si bien los arqueólogos coinciden en su origen preincaico, otros señalan que esta maravilla de la ingeniería hidráulica, elaborada por los hombres de las culturas Lima, Wari e Inca, fue lo que convenció al español conquistador Francisco Pizarro para elegir Lima como capital del Virreinato del Perú. 

 

Canales para la siembra del agua en Huamantanga.

 

“Según Jose Canziani, experto en arquitectura prehispánica, antes de la expansión de Lima, casi todas las huacas se construyeron cerca de los ríos. Las construcciones eran de adobe, por ello que necesitaban de mucha agua. Pero una vez que contaban con los sistemas de canales, permitió a la población que construyera sus lejos de los ríos. Por ejemplo, tenemos el Complejo Arqueológico de Maranga del Parque de las Leyendas (San Miguel) y el centro ceremonial de Huallamarca (San Isidro). Las huacas fueron posibles porque existía los canales”, añade el periodista. 

En el libro “Canales Surco y Huatica: 2000 años regando vida”, se precisa que la preocupación por mantener el control sobre el agua en el valle de Lima estuvo presente durante la ocupación inca y continuó durante el periodo virreinal y buena parte del periodo republicano, incluso hasta los inicios de la “expansión desordenada de la capital”.

 

Esta infraestructura prehispánica sigue siendo utilizada por los pobladores de Huamantanga, en la provincia de Canta.

 

Hasta la década del 50, cuenta el conferencista Lizarzaburu, esta metrópolis construida sobre un desierto era cruzada por canales, lo que permitía la agricultura de entonces. Pero desaparecieron cuando explotó la masiva migración campesina a la ciudad.  En los últimos años algunos de los canales secundarios han sido incluidos a la red de desagüe de Lima y en otros casos fueron destruídos para siempre por el boom inmobiliario. “Por ejemplo, el canal de Magdalena estuvo circulando hasta los años 80, cuando fue cerrado”, lamenta.  

Amunas, la esperanza ante la crisis del agua

Por todo este legado histórico, el investigador Javier Lizarzaburu ha impulsado por varios años una campaña para declarar los canales prehispánicos limeños como Patrimonio Cultural de la Humanidad y así proteger, investigar y poner en valor estás vías acuíferas que riegan más de 700 parques y otras áreas verdes de la ciudad capitalina.

 

Amunas de Huamantanga

 

Como fruto de estos esfuerzos, en marzo de 2019 el Ministerio de Cultura declaró uno de los cuatro sectores del canal de Surco como Patrimonio Cultural de la Nación al Paisaje Arqueológico. 

Pero no es lo único que se ha logrado. A pesar del tiempo, las amunas siguen siendo utilizadas por los pobladores de Huamantanga, en la provincia de Canta (Lima), quienes se dedican a la crianza de ganado y la agricultura de regadío. Hasta allí llegaron diversos investigadores que han identificado hasta 30 canales de infiltración antiguos, de los cuales solo funcionan 11 gracias a que los lugareños los utilizan y son ellos mismos los que se encargan de realizarles mantenimiento. Si los habitantes de Lima imitaran este ejemplo, quizá dejaríamos de padecer de una crisis hídrica en las estaciones secas y contaríamos con más agua disponible para regar los parques y jardines de la ciudad. No todo está perdido. 

 

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1 Comentario

  • Muy buenos artículos: Felicitaciones y gracias por hacernos conocer vestigios de nuestra ancestral cultura
    sobre todo de lo que fue Lima en tiempos inmemoriales que así nomás no se conocen.

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