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Cuando los cantos awajún matan y dan vida

Sobre el río Domingusa, cuenca que alberga a la comunidad de Inayuam, se escuchan los susurros de los cánticos awajun . Foto: Lenin Quevedo

La historia de cómo los cantos sagrados de los awajún hacían retornar el amor, ayudar a criar a animales domésticos y hasta acabar con enemigos jurados 

Por Lenin Quevedo

Cantos Awajun de la Comunida de Shampuyacu. Video: Lenin Quevedo

A las tres de la mañana reina la penumbra en el pequeño pueblo de Inayuam; a dos horas del río Domingusa, a cuatro desde Santa Rosa de Nieva, en la provincia de Condorcanqui, en la región Amazonas del Perú. A esa hora, desde las chozas de paja y cañabrava o barro o madera, emana una música extraña, como si se tratase de una voz que nace del vientre de la casa, una voz que escapa por las rendijas, por la puerta, por las ventanas, como si fuese el cauce de un río, sobre el que en lugar de agua, corre magia, medicina, muerte o vida. La voz muchas veces lucha con un enfermo, como aquella madrugada en la que una tos brutal parecía enfrentarse a los cantos agudos de una mujer. 

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Son los anens, esos cantos sagrados que curan, dan vida, dan amor y también matan, tan conocidos en el mundo de los awajún. Esos que muy pocas veces han sido revelados a occidentales, y que son parte de ese pueblo del bosque que nunca pudo ser dominado, pero que en el presente empieza a sucumbir ante el capital en algunos lugares. 

Cómo adquirir un anen

Se dice que los cánticos ayudaban a terminar contra enemigos jurados Foto: Lenin Quevedo

Los anens son cantos mágicos, que no se utilizan para cualquier momento y que se adquieren a través de un procedimiento sagrado. Primero, debes ubicar a un sabio/a. Si es que quiere enseñarte, te llevará lejos de las miradas y los oídos. Para que llegue el poder del anen, debes estar lo suficientemente sensible. Para ello, la ortodoxia awajún exige que realices una dieta. No se trata de una dieta entendida al modo occidental, sino que deberás dejar de lado alimentos con mucha sazón, deberás evitar comer sal, deberás evitar el sexo, además de las bebidas alcohólicas. Sirve para que tu espíritu se libere de aquella cobertura que evita que su sensibilidad sea alcanzada por los mensajes del bosque. 

En la selva, las dietas para curar el alma, se convierten en ocasiones en un peligro para el cuerpo. Si es que no cumples con las indicaciones del curandero, puedes morir, engordar brutalmente o coger un dolor que nunca se irá. 

Ciudad de Santa María de Nieva, capital del pueblo awajún de Condorcanqui Foto: Lenin Quevedo

El sabio/a, tras algunos días te llamará nuevamente al bosque en donde agarrará un puñado de tabaco que meterá a la boca y escupirá sobre un pate – que es un trozo de la corteza de una fruta amazónica llamada wingo, que sirve como plato hondo -, mientras recita el canto sagrado. El tabaco, mezclado con el jugo de la saliva será cogido por él para exprimirlo sobre tus manos, cayendo un líquido oscuro, como un chorro, que deberás pasar por la nariz y aspirarlo, pero no del todo. Escupes el líquido hacia el lado opuesto del maestro o maestra, mientras él o ella sigue cantando. Seguirás aspirando el jugo del tabaco, emborrachándote con él, vomitando lo poco que traes en el estómago, hasta memorizar esas palabras sagradas con un cuerpo preparado para recibir el don tras haber pasado por la dieta, en la embriaguez de la planta protectora del tabaco, en un trance que otorga poderes a las palabras. Las palabras se convierten así en polvos mágicos, capaces de provocar cambios en la realidad del universo. Cuando termina todo, se puede decir que “has adquirido un anen”.

Las clases de anen

Cantos Awajun de la Comunida de Shampuyacu. Video: Lenin Quevedo

Hay un anen para todo. Hay un anen para atraer el mitayo (o caza), un anen para atraer el amor, se canta para que se haga fácil criar a aves y cerdos, pero también para apaciguar a un enemigo. Hay un anen para impedir enfrentamientos, pero también hay un anen para acabar con quienes nos amenazan. 

Había otras razones para utilizar anens, no ya de manera individual, sino buscando un beneficio de la comunidad. Los sabios, cuando querían “tumbar” al líder de un pueblo vecino, cantaban y cantaban hasta hacerlos caer y así poder tomar el más preciado botín para los viejos awajún: las mujeres. 

Nuwa o Mujer en Awajun Foto: Lenin Quevedo

Las mujeres, cuenta la historia de muchos pueblos indígenas amazónicos, eran en el pasado presas de una cacería. Así por ejemplo, Arturo Hernández en su maravillosa obra Selva Trágica, cuenta como nativos robaban a mestizos sus mujeres tras ver una sensualidad exótica. Para ese tipo de incursiones, el pueblo hacía una dieta especial con tabaco que aspiraban mientras cantaban. Hay una mariposa nocturna hermosa y grande. Ella es atraída por los anens, y cuando ella se acerca, hace mucha bulla. “Cómo quisiera atrapar al enemigo y a mi amor en este pate”, canta el anciano guerrero. Si la mariposa cae en el pate con el tabaco mezclado con la saliva y además muere, seguro que se va a cumplir lo que el anen decreta. A los enemigos les caen desgracias; les muerden las serpientes, sus hijos mueren en las aguas de los ríos de la Amazonía alta, les caen árboles encima…

El enorme Lies Yangkuag, mi guía en las comunidades awajún de Condorcanqui corta su narración y de pronto me mira serio. “Nosotros tuvimos una guerra, el Estado nos atacó y quiso acabar con nosotros el 5 de julio de 2009; pero nosotros nos enfrentamos al Ejército, con veneno de ranas, quitándoles sus armas y cantando nuestros anens. Y finalmente ¿quién ganó esa guerra? ¿Sabes tú quién ganó? Nosotros ganamos esa guerra”.

Cantos Awajun de la Comunida de Shampuyacu. Video: Lenin Quevedo

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