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Ambiente

Aguaje, tesoro amazónico 

La Amazonía nos regala uno de sus frutos más ricos y nutritivos: el aguaje, fruta agridulce con un importante valor alimenticio y ambiental. 

El aguaje es una de las palmeras que más abunda en Sudamérica. En Perú, se cultiva en Loreto, Ucayali, Huánuco y San Martín, y se calcula que existen más de cinco millones de hectáreas de aguajales, de los cuales al menos un millón está en en la La Reserva Nacional Pacaya Samiria.

Se trata de un  fruto tropical que tiene un papel vital en la cadena de los bosques tropicales selváticos, pues es importante alimento de animales como el sajino, sachavaca, mono, majaz; así como especies de aves y peces.

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Pero además  este fruto amazónico posee cientos de vitaminas y minerales que se utilizan como suplemento para mejorar la calidad de vida y que consumido de diferentes formas, en su estado natural, en  jugos y derivados pueden ocasionar algunos beneficios en la salud: vitaminas A, C y E y minerales como el calcio, inhibe el crecimiento y desarrollo de tumores y se investiga sus efectos en  reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares, que afectan al corazón y vasos sanguíneos.

Que mejora la piel, que es un poderoso agente anti envejecimiento, que reduce el acné  y que moldea la figura femenina son dones – del fruto-, verificables en los habitantes de las regiones donde crece.  Su uso en la cosmética ya despierta interés y  se viene incubando toda una producción en torno al aguaje. 

La tradición de consumo de este fruto de la Amazonía,  ha generado una economía importante en el mercado local; por la importancia que representan sus agentes vitamínicos muy importantes en la alimentación humana, el dulce preparado del mesocarpo del aguaje contiene 1 116 ug/100g de vitamina A, como retinol, suficientes para eliminar la hipovitaminosis A que afecta a los niños desnutridos y por si fuera poco funciona como un excelente protector de la piel contra los rayos ultravioleta, y ayuda al mantenimiento del cutis, previniendo su resecamiento y envejecimiento prematuro.

Economías sostenibles

Este “árbol de la vida” es una palmera asombrosa cuyas hojas, semillas, tallos, frutos y hasta raíces son usados por mujeres y hombres que viven en la Amazonía y más allá aún.  Pero otro beneficio importante es el servicio ambiental que proveen los aguajales, formados casi exclusivamente por palmeras de aguaje (Mauritia flexuosa), y que constituyen los mayores almacenes de carbono del bajo trópico, con más de 600 toneladas de CO2 por hectárea. Son claves para mitigar los efectos del cambio climático, y albergan una biodiversidad única.

Sin embargo, son amenazados por la tala indiscriminada asociada a la cosecha de su fruto. En los aguajales más cercanos a las orillas de los ríos, se encuentran ya muy pocos árboles hembras por producto de cosechas intensivas mediante tala haciendo más difícil el trabajo de quienes recolectan aguaje. 

 

A pesar de que en los últimos años se viene cosechando el fruto del aguaje utilizando subidores que evitan la tala, hoy por hoy los aguajales cercanos a las comunidades tienen solo unos 5 árboles hembra y más de 700 árboles macho. Para cosechar una buena cantidad de frutos de aguaje, hace falta caminar más de 3 km entre pantanos y en promedio se recolectan 60 kg por persona/día, debido a que deben ser cargados en las espaldas de los comuneros hasta donde se comercializa, siendo ineficaz como actividad productiva y afectando la salud de los que lo aprovechan.

En la región Loreto, existen comunidades que trabajan voluntariamente por conservar sus bosques. Una de ellas es la Comunidad Nativa Kukama Kukamiria de Nueva Unión, titular de la Concesión para Conservación Guacamayo que cuenta con una superficie total de 1,507.90 hectáreas, y está ubicada en el distrito de Parinari, provincia de Loreto, departamento de Loreto. Los estudios realizados en el área revelan grandes riquezas naturales y culturales que hay que conservar, dentro de ella podemos encontrar al mono choro lanudo “Lagothrix lagothricha” y a los aguajales que forman parte de los ecosistemas de humedales, constituyendo áreas prioritarias para la conservación en el Perú.

La cosecha de aguaje representa una actividad socioeconómica y cultural importante para la comunidad, pero las condiciones actuales de baja presencia de hembras productivas en el ecosistema aguajal y la elevada dependencia de la mano de obra para la carga del producto lo hacen un trabajo arduo y, muchas veces, poco rentable. 

La Asociación Amazónicos por la Amazonía – AMPA, viene largamente apoyando las labores de conservación de los aguajales , y apoyando la articulación de herramientas que brinden sostenibilidad financiera en la gestión de las iniciativas de conservación voluntaria. 

El Biologo. Miguel Tang responsable del programa de Economías Verdes de AMPA,  señala que a fin de optimizar el proceso y reducir los costos de aprovechamiento, se ha desarrollado un sistema de transporte tipo bote anfibio capaz de transportar entre 4 a 10 toneladas de fruto de aguaje. 

Con este este sistema de transporte se reduce la mano de obra y optimiza los costos de cosecha. Permite recolectar entre 12 y 15 sacos de fruto por día, en vez de 1.5 por persona derivado del método tradicional que le pone el mayor esfuerzo a la carga del producto que a la cosecha sostenible con subideros. 

Los montos ahorrados son utilizados para financiar actividades de conservación en la concesión. Además, este sistema involucra a toda la comunidad, permite dividir las tareas generando trabajo inclusivo y es más atractivo para los jóvenes que empiezan a mirar a los aguajales como una oportunidad de desarrollo. Pues solo en la región Loreto existen 4.5 millones de aguajales que funcionan como plantaciones naturales.

En rumbo : 

El aguajal almacena más de 600 toneladas de dióxido de carbono por hectárea, entre tres y cinco veces más que cualquier otro ecosistema tropical, por eso su labor como mitigador del cambio climático es vital. Las posibilidades y oportunidades para aprovechar el aguaje de manera sostenible, tienen  que ir de la mano con actividades de conservación lideradas por las comunidades.

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