Portada » El Cañón de los Perdidos, encuentro con el desierto
Destinos cortos

El Cañón de los Perdidos, encuentro con el desierto

Con mirada atenta y pie firme hay que viajar por el accidente geográfico al sur de Ica. En este cañón uno corre el riesgo de perderse.

Conocemos Ica por sus viñedos, por las líneas de Nazca, por la Huacachina, por las islas Ballestas, por la reserva de Paracas, pero un nuevo atractivo turístico se añade a este rosario aventurero que posee la región como un sello característico de su desértica belleza: El Cañón de los Perdidos.

MÁS RUMBOS:

¡Aquicito nomás! Canta, un paseo relajado y sabroso por la provincia limeña

En el distrito de Santiago, a 85 km de la Plaza de Armas de Ica, se encuentra el “Cañón” conocido por algunos como Gamonal o Huayco Amarillo. Se trata de un enorme tajo en tierra eriaza que se perfila como un destino novedoso y atractivo, ya sea por su increíble morfología o por sus parajes desérticos que impresionan a quienes recorren estos pasadizos de arena y sol.

De una belleza sobrecogedora que invita a extraviarse, la colosal forma del cañón espera a los valientes que se aventuren a cruzar 35 km desde la carretera por un camino de trocha, piedra y arena en un área completamente libre de señal telefónica o GPS. Así es que aquí tendrá todo el tiempo necesario para observar.

No apto para quejosos

Sí no se está dispuesto a caminar entre la arena, con el sol incandescente de mediodía, además del latente riesgo de extraviarse, este no es su destino. Pero créanlo: vale la pena dos horas de caminata para observar el inicio de lo que en otro tiempo fue el lecho fluvial de un río antediluviano, que desembocaba en el río Ica.

Entonces hay que descender. Mientras se logra sortear el terreno de bajada, se observa la imponente profundidad del cañón (230 metros y 1.8 kilómetros de longitud). Algunos gallinazos anidan entre las grietas de sus paredes. Por allí, algún zorro depreda lagartijas pero escapa rápidamente ante la llegada de intrusos. Y, cómo no, pequeñas serpientes, que no representan peligro para los visitantes, zigzaguean entre las sombras.

 

La flora del lugar, aunque escasa, subsiste absorbiendo la humedad del ambiente y aprovechando las precipitaciones y presencia de huaycos recientes que, además, le han dado nuevas dimensiones al cañón. Poco antes de la desembocadura al río Ica el escenario se pone especial, pasajes y meandros pétreos de formas caprichosas contrastan no solo con el cielo, sino también con la pequeña arquitectura humana que contempla esta proeza natural.

Formas antojadizas se encuentran por el recorrido al interior del cañón. Foto: Difusión

En Rumbo:

Llegar no es fácil y es muy probable perderse al intentar buscarlo, sin guía de por medio. Hay que salir al amanecer de Ica con dirección a Ocucaje. Se puede contratar un auto compartido en la Plazuela Barranca y los servicios de un guía. De Ica hasta el desvío para el cañón son casi 45 minutos. Se continúa por un sendero de trocha por 1 hora hasta llegar a las faldas del cañón, luego hay que caminar otra hora (o dos, según el ritmo de cada uno) hasta el vientre del mismísimo cañón.

Recomendaciones: Hay que llevar bloqueador solar, gorro y una provisión de agua para el camino. Es mejor cubrirse del sol intenso durante la visita con ropa holgada y con mangas largas. En la zona corre un viento muy fuerte. Es un paraje desértico y no hay conectividad.

Agencia: Destino Ica

Correo:  reservas@destinosica.com

Arma tus viajes con Rumbos Viajes 

Enterate más sobre Rumbos