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Flor Cuenca: el embrujo de las montañas  

Vive en Alemania desde hace nueve años, pero creció entre las cumbres nevadas de Cordillera Blanca. Flor Cuenca es una de las pocas peruanas que ha hecho dos cumbres en el Himalaya.

Recia como los andes mismos, Flor Cuenca hizo noticia hace un año. Se convirtió en una de las primeras peruanas en escalar el Cho Oyu,  la sexta cumbre más alta del mundo en el Himalaya, en el límite del Tibet y Nepal.

Alejada del corazón de los andes se dedica a la docencia del español en Alemania, pero para alguien acostumbrada a lidiar con el vértigo y tener como límite el cielo, tener los pies en el llano no siempre es fácil. La montaña siempre la llama.  Y por supuesto, Flor acude.

Esta última incursión en el Himalaya tuvo un final feliz. Flor coronó su segundo ocho mil: el Manaslu de 8163 msnm.

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Cuéntanos un poco  sobre estos ascensos en el Himalaya que te hacen famosa

¡Famosa! … (Risas) Hice mi primer 8 mil con Víctor Rímac. Me salió cumbre y fue genial, al igual que Richard Hidalgo, también lo hicimos sin oxígeno y sin ayuda de sherpas. Porque, normalmente se necesita de un guía o una persona que acompañe, perp yo lo hice sola. Primero hicimos el proceso de aclimatación y el campamento pero ya a la hora de la cumbre fui sola y estuve sola y me salió. Al igual que con Manaslu. En este último estuve completamente sola, no había ningún peruano con quien pudiera formar grupo. Pensé que al subir podría encontrar a alguien para acompañar, pero los tiempos de todos los que ascendían eran distintos y cada quien tenía que ver cómo hacer su cumbre.

¿Qué número de cumbre es este ascenso?

El Manaslu viene a ser mi segunda cumbre de ocho mil, la primera fue el Cho Oyu.  A Manaslu llegué el 28 de setiembre pasado. Hago esta segunda cumbre casi después de un año.

¿Cada año te estas proponiendo el reto de hacer una cumbre en el Himalaya?

¡Ay! fuese bueno. Esta vez fue pura casualidad, pero si tuviera los medios suficientes, si pudiera hacer dos o tres al año, lo haría de verdad. Pero es casi imposible. Estas expediciones sí que tienen costo. Es pura casualidad que se haya repetido en esta temporada luego de un año. La verdad es que tenía planeado hacer otra montaña en junio o julio y no se dio, por el tiempo por el dinero y todo eso. Entonces me tocó esperar, además para principiantes de ocho miles se recomienda iniciar con Cho Oyu , Manaslu y eso hice.

Pero tú, ya cuentas con una trayectoria…

Sí, pero esto es otra cosa. Los Ocho miles son diferentes. Tengo experiencia en la montaña, sé cómo se trabaja, pero hacer un ocho mil aquí es tan diferente a hacer cumbre en el Huascarán o escalar el Tocllaraju.

Y eso se debe a que la mayoría de nevados aquí llegan a seis mil solamente …

El nevado que tenemos en Perú, el Huascaràn, con 6768 m es el más alto.  En la Cordillera Blanca tenemos 32 montañas de seis miles . Osea nosotros tenemos en su mayoría seis miles. En Sudamérica solo hay seis miles.

Es decir, técnicamente ¿Las montañas del Himalaya son más complicadas?

Depende, hay montañas técnicas. El Manaslu es una de ellas, tiene rutas técnicas pero también las tiene accesibles. En realidad en un ocho mil la dificultad es la altura y el clima. No hay un clima estable como en la Cordillera Blanca. Allí es normal tener una semana o dos con cielo despejado y podemos decir: ‘voy a hacer cumbre en una semana o en tres días o en un mes’ , es fácil planear eso porque tenemos un clima constante. Aunque en los últimos años con el cambio climático hay variaciones, pero digamos que se puede hacer táctica y se puede esperar; pero en el Himalaya, las posibilidades de un buen clima son mínimas.

¿Cuanto tiempo te has preparado para poder ascender entonces?

Cuando definí  el ascenso al Cho Oyu, comencé los trabajos preparativos con un año de anticipación. Finalmente cuando ya se acercaba la fecha del ascenso, más o menos por julio o agosto, intensifique el entrenamiento ascendiendo seis miles en la Cordillera Blanca. Luego regresé a Alemania, donde actualmente vivo, a seguir entrenando mucho más, pero la localidad en la que vivo esta como a 400 o 500 metros del mar, que no es nada, pero me ayude con otros deportes. Practico ciclismo, corro un poco también , escalo en palestra, hago natación. Así que sumando todo eso marche a hacer cumbre a los Himalayas, obviamente  no es igual. Es mucho mejor entrenar en la montaña.

Para Manaslu esta vez no tuve mucha oportunidad de subir una montaña antes, pero suplí eso con entrenamientos diarios: escalada, yoga, ciclismo…todos los días son de entrenamiento para mí. No es que si quiero escalar una montaña comienzo a prepárame 5 semanas antes, el entrenamiento es largo.

Para este nuevo reto, no tuve los medios suficientes para viajar a Perú y entrenar allí, así que me fui a los Alpes, hice con mi esposo algunas escaladas, en las caminatas yo cargaba todo el peso y mi esposo nada…bueno era un apoyo para el entrenamiento, y pues lógicamente terminaba con los hombros maltrechos, pero me decía a mí misma: «todo sea por el ocho mil»

Y dime, si un peruano quisiera trepar alguna montaña en el Himalaya ¿podría hacerlo?  dado el hecho de situarnos en un territorio andino, que de alguna manera nos predispone…

Yo diría que los que están involucrados en el mundo de la montaña, los guías de montaña, sí podrían. Los peruanos tenemos buenos genes para esto, sobre todo a los que han crecido en los andes les sería más fácil. Pero de todos modos hay que aclimatarse. Eso es lo que hace Víctor Rímac, él es guía de montaña, trabaja en Cordillera Blanca toda la temporada y apenas acaba se va a los Himalayas a tratar de escalarla. Creo que los que venimos de territorios de altura tenemos una cierta pequeña ventaja.

¿Tú has sido guía de montaña?

No

…Y entonces, ¿cómo te vinculas con este deporte?

Yo lo que he ejercido en Perú es trabajar como guía de caminata. Pero no guía de montaña. No me correspondía, pero actualmente por algunas disposiciones sobre el montañismo en Perú, si yo quisiera puedo guiar…

Ahora, el montañismo lo llevo conmigo desde que fui una niña. Yo vengo de los Andes centrales. Crecí en un poblado de Chuspín en Conchucos,  rodeada de montañas y naturaleza, así que siempre me fascinó la montaña. Creo que todos nacemos con cierta cosa que siempre nos acompaña, está allí escondida y que tenemos que descubrir. Cuando llegue a Huaraz en el año 96 ya no quería desprenderme de las montañas.

¿Cuándo fue entonces tu primer ascenso?

Mi primer ascenso fue en el 98 cuando tenía 20 años y fue al Pastoruri.

Muchos empezaban allí…

Sí, pero cuando se sube hay que llegar no solo a la explanada sino a la parte más alta, yo llegué hasta allí y sin seguridad sin crampones, sin nada.

Y en cuanto al resto de cumbres de la Cordillera Blanca ¿Cuantas están en tu lista de coronaciones?

Tengo incontables cumbres de cinco miles en Cordillera Blanca y seis miles…ummm…  los recuerdo bien: Alpamayo, Artesonraju, Chopicalqui y Tocllaraju. Bueno Alpamayo no es seis mil es 5947 m.  pero está cerca.

Y de todos ellos cuál ha sido el ascenso más entrañable o memorable..

Bueno son dos. Uno es el Alpamayo. Cuando hacía trekking yo lo veía lejano e inalcanzable, es sin duda una de las montañas más bonitas del mundo, pero por otro lado está la pared que posee que es bien empinada y que tiene unas rutas un poco técnicas y complicadas.  La promesa de treparla se convirtió en un anhelo muy grande para mí.

La otra montaña que sí me hizo sudar gota gorda fue Artesonraju, que es la montaña que sale en el logotipo de Paramount Picture.  Su pared de 1200 metros de pura nieve me atrajo más o menos por el 2010 y fui justamente con Víctor Rímac, a quien conozco desde niño, lástima que no pudimos hacer cumbre aquella vez.

No me di por vencida. El año pasado que regresé a Perú, fui con mi hermano. Yo quería hacer cumbre en aquella montaña estaba decidida a coronarla, aquella pared me fascinaba. Así que finalmente lo hice recién el año pasado, nos demoramos mucho, pero lo hicimos. Debo decir que Artesonraju no es muy accesible para todas las personas y me atrevo a decir que hasta ahora ninguna chica lo había logrado. Para mí fue algo muy especial. Todavía sigo enamorada de esa cumbre.

A pesar de estar tan lejos de la patria,¿ Aún sigues guardando esa nostalgia por esas cumbres nevadas? ¿ Te ha sido fácil adaptarte al montañismo lejos del corazón de los andes?

Sí. La verdad el cambio era con la finalidad de abrir mucho más mis horizontes, ampliar mis conocimientos del mundo. Honestamente lo que importa es vivir el día y disfrutar del momento, de lo que ofrece la vida y más es eso que vivir extrañando. Me gusta estar aquí también porque hay muchas cosas positivas, hay mucho acercamiento con la naturaleza, si me canso de estar en casa me puedo ir a pasear al bosque, tengo los Alpes por si quiero dar una caminata. Vivo lo que me ofrece la vida.

Hay todo un movimiento femenino por incursionar también en el montañismo, hay figuras que están invitando a las mujeres a realizar un deporte que antes parecía ser totalmente masculino… ¿tú como ves la situación?

Silvia Vázquez hizo hace poco su ascenso al Everest y fue la primera mujer peruana en hacerlo. Pero es una pena que la difusión de estas noticias no tenga un gran alcance.

En los ochenta la incursión de la mujer en la montaña era un poco más complicada. La versión de Tana Mejía, una montañista huaracina, señalaba que no fueron los mejores tiempos, que el machismo estaba presente y fue complicadísimo para ella, pero de todas maneras fue símbolo del montañismo femenino en esa época.

En mi época entre el 97 y el 2000 cuando me integro al mundo del montañismo en Huaraz , tuve una suerte de involucrarme con muchachos, porque en ese grupo solo yo era mujer. Y digo suerte, porque compartí experiencias con muchachos entusiasmados por escalar montaña y eran ellos quienes más me animaban, pero yo también respondía. Tenía fuerza. Viniendo del campo era un hueso duro de roer y no había nadie que se me igualará en cuanto a resistencia. Estos amigos fueron, en parte, los iniciadores de mi carrera en el montañismo.

Por suerte ahora noto que las mujeres están interviniendo más y al ver que hay peruanas en el extranjero haciendo montañas pues más mujeres empiezan a identificarse y luego salir y lograr sus sueños, porque estoy segura que muchas  quieren escalar montaña pero no se atreven.  A veces por la familia o a veces porque no tienen el apoyo suficiente de sus compañeros y justamente sobre eso está trabajando Mujer Montaña con sus actividades, propiciando que la mujer sea autónoma de su salida a la montaña y no dependa de un caballero. Con alegría veo que sí, que esto está cambiando. En Huaraz ya hay muchas chicas que hacen montañismo.

Y entre tus planes está el seguir escalando cordilleras por mucho más tiempo

Por mi me pasaría escalando todas las montañas del mundo, pero falta tiempo y dinero. Si voy a Huaraz apenas tengo tiempo para aclimatarme y luego ascender y ya se me fueron 15 o 20 días en subir una montaña. Pero sí, nada está decidido.  Ahora quiero cambiar un poco más de rumbo e ir a Bolivia a escalar por allá.

Las montañas también nos enseñan a conocernos a nosotros mismos. Siempre hay que intentar y si no hay dinero, pues siempre hay maneras de lógralo, si es que se quiere y sino mírenme a mí.

Qué le dirías a un aspirante que quiere escalar su primera montaña

Que la primera experiencia es la más importante, que las primeras salidas sean buenas y no haya accidentes, hay que tener mucho cuidado con las montañas. Pero por sobre todo la cuestión es atreverse y comprobar como es el ambiente.

¿Cuál sería tu siguiente cumbre?

Hay otros seis miles en otras partes del mundo, pero no sé porque tengo esta inquietud de seguir buscando las cumbres del Himalaya. El tema es donde está el límite, hasta donde puedo llegar esos es lo que buscamos muchos montañistas.

Pero de momento aún no tengo una elegida, si hay un proyecto de un próximo ocho mil pero aún no sé bien.

Pero ninguna te quita el sueño…

Todas me quitan el sueño. Huascarán, me quita el sueño, las montañas de Bolivia de Argentina. Allí en Argentina hay un grupo de seis miles, son como catorce que están en un solo lado, esas me fascinan quiero volver allí para escalarlas, pasé por allí y no me dio el tiempo para subir. Esto de escalar prácticamente está en mis sueños, cuando yo estoy en la vida real yo vivo ese sueño. Y eso me sucedió con el Manaslu. Y de verdad, no es que exagere, esta montaña me quitaba el sueño o soñaba con ella. En mis sueños la veía verde y de pronto en el cielo veía unos picos blancos y cuando llegue hasta allí, era casi igual, como la había visto en mis sueños. Ante esa impresión se me caían las lágrimas de emoción por que fue algo así como una premonición.

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