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Vichama y el mural de la memoria sobre el cambio climático

Un muro de alrededor de 3,800 años de antigüedad, decorado con cabezas humanas, dos serpientes y una semilla en el sitio arqueológico de Vichama en Huaura, es el último descubrimiento en nuestro país.

Vichama se ubica a tan solo  20 kilómetros de distancia de la ciudad sagrada de Caral, considerada la más antigua de América y aquel muro, decorado con unos misteriosos relieves que ya han sido descifrados, estaba ubicado en una antesala previa al salón ceremonial de un edificio público orientado hacia los campos de cultivo del valle de Huaura.

Para la investigadora Ruth Shady directora de la Zona Arqueológica Caral (ZAC), los relieves simbolizarían la fertilización de la tierra: las serpientes representan a la deidad, vinculada al agua, que filtra en la tierra y hace germinar a la semilla, dice la investigadora en sus propias palabras: «La escena consiste en dos serpientes, vinculadas en la ideología andina con los ríos y el agua, que rodean cuatro cabezas con los ojos cerrados, de seres humanos ya fallecidos, y que apuntan hacia una cabeza central, un ser con los ojos y la boca abiertos y con cinco vástagos que penetran en la tierra. Las serpientes recogen la fuerza vital de las cabezas de los ancestros, traen la humedad y germinan esa cabeza central interpretada como una semilla antropomorfizada que hunde sus raíces o vástagos en la tierra para propiciar la productividad agrícola»

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Una joya llamada Caral

No es la primera vez que se descubren relieves en esta pequeña localidad del norte chico. Ya antes se hallaron otros relieves escultóricos en la misma ciudad antigua, vinculados a un periodo de escasez y hambruna. Este  nuevo relieve, sin embargo, pretendía evocar en la memoria colectiva las dificultades que afrontó la sociedad debido al cambio climático y a la escasez de agua, que afectó seriamente a la productividad agrícola.

Pedro Jesús Novoa Bellota, subdirector de investigación y conservación de materiales arqueológicos de la zona arqueológica de Caral, dijo que la sociedad de ese tiempo se dedicaba a la agropesca.

Memorias del cataclismo

 

Según comenta  Ruth Shady, entre el 2000 y el 1800 a.C. se produjo una oscilación climática que coincide con el colapso de varios procesos sociopolíticos antiguos y con el surgimiento de otros en diferentes regiones del mundo. «Los frisos en relieve que hallamos en Vichama, en el salón ceremonial de un edificio público, nos llamaron mucho la atención: las 34 imágenes consisten en una hilera de personajes adultos ya fallecidos, con los cuerpos cadavéricos, los ojos cerrados y colocados entre dos esqueletos humanos; y, en la parte superior, una hilera de jóvenes en una danza ritual, igualmente con el cuerpo famélico, destacando los estómagos vacíos pero en asociación con peces», afirma Shady.

El apogeo de la civilización Caral fue interrumpido por una oscilación climática que terminó afectado la disponibilidad de los recursos marinos y terrestres que la sustentaban, llegando a su fin hacia el 1800 a.C. Shady asegura que debió tratarse de un proceso largo  que fue acabando poco a poco con la capacidad de sostener el sistema social establecido durante más de 1.000 años. Esas evidencias figuran en Vichama y reflejan los efectos de un cambio climático que se inició con movimientos sísmicos, siguió con la pérdida de glaciares y fuertes aluviones y continuó con una prolongada sequía. «Estos murales tienen una gran importancia para la memoria del colectivo social, que debe considerar los efectos catastróficos que tienen los cambios climáticos en la población humana».

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